El elegido inolvidable (+ video)
Dulce contraste, el 20 de octubre de 1868, se cantó por vez primera el Himno Nacional de Cuba. Misma fecha en que nace Abel Santamaría Cuadrado, en el año 1927.
Desde pequeño, Abel sobresalió por la gentileza con que se relacionaba con todos en el batey del central Constancia, en Encrucijada, antigua provincia de Las Villas, donde su padre Benigno, ejercía el oficio de maestro carpintero. Allí, además, fue testigo de las luchas proletarias de Jesús Menéndez a favor de los trabajadores azucareros, al tiempo que estudiaba, divulgaba y hacía suyos, los preceptos martianos.
La inquietud por nuevos horizontes le hizo marchar a La Habana, donde militó en la Ortodoxia y fue de los primeros en oponerse al Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. Incluso, seis días después del mismo, publicó una carta manifiesto en la que afirmó con carácter premonitorio: “Una revolución no se hace en un día, pero se comienza en un segundo. Hora es ya: todo está de nuestra parte, ¿por qué vamos a desperdiciarlo?”.
Tras conocer a Fidel, entre ambos nació una comunión de ideales y sueños que los harían inseparables al reconocer los valores extraordinarios del otro.
Entonces su apartamento de 25 y O se convirtió en sede conspirativa de los integrantes de la Generación del Centenario, donde, al decir de su hermana Haydeé, se hablaba mucho del Apóstol y de los caminos de la Patria.
Poco a poco Abel se volvió el brazo derecho de Fidel durante el proceso conspirativo, hasta resultar el elegido para preparar la Granjita Siboney como punto de concentración de los futuros asaltantes del Cuartel Moncada.
Al salir a combatir, este segundo jefe del Movimiento revolucionario, pidió el lugar de mayor peligro, alegando que Fidel debía cuidarse la vida, a sabiendas de que si él vivía, la Revolución estaba salvada. Pero el joven abogado lo convenció la necesidad de estar al frente de sus hombres y además, si él moría, con total seguridad, sería Abel quien continuara la lucha.
En la toma del Hospital Civil Saturnino Lora, el joven de Encrucijada dio pruebas de entereza y fidelidad, al extremo de dilatar la retirada para proteger la vida del jefe.
Al ser apresado, los carniceros del Moncada lo torturaron salvajemente. Le dieron un bayonetazo en el muslo y le sacaron los ojos, pero él, de manera desafiante, no habló. Con dignidad y estoicismo, este hombre héroe soportó ofensas.
Sin haber cumplido los 26 años fue asesinado y su presencia trató se ser empañada en el juicio a los asaltantes de la segunda fortaleza militar de Cuba, pero la intervención de Fidel y su vida sin estigmas, lo exoneraron: “La memoria de Abel Santamaría no la pueden manchar, había que conocerlo, Abel era el más valiente, el más recto y honesto; no puede pensarse nada deshonroso de su persona. Quieren manchar su recuerdo, después que se ensañaron con él de la forma brutal que lo hicieron, para luego asesinarlo”.
Aquella mañana de la Santa Ana, antes de marchar a la inmortalidad, dijo Abel a los futuros asaltantes: “Es necesario que todos vayamos con fe en el triunfo, pero si el destino nos es adverso, estamos obligados a ser valientes en la derrota porque lo que pase en el Moncada se sabrá algún día, la historia lo registrará y nuestra disposición de morir por la Patria será imitada por todos los jóvenes de Cuba, nuestro ejemplo merece el sacrificio y mitiga el dolor que podemos causarle a nuestros padres y demás seres queridos. ¡Morir por la Patria es vivir!”.
Y a este joven comprometido, Silvio Rodríguez dedicó su creación: Canción del Elegido, justo cuando interiorizó su vida acelerada, contada en la voz de su hermana Haydeé. Así retrató de manera poética las últimas horas de vida del eterno martiano que marchó hacia la inmortalidad, “matando canallas con su cañón de futuro”.
Véase: https://www.verdeolivo.cu/es/videos/cancion-del-elegido
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