Don Mariano, portador de enseñanzas
Siempre destacó Martí el amor hacia sus padres. Y es que a pesar de vivir durante mucho tiempo alejado de Cuba, no dejó de sentir una profunda preocupación por su familia y de manera muy especial por ellos.
Ese vínculo permanente hizo que el fallecimiento de su progenitor el 2 de febrero de 1887 en La Habana, conmoviera significativamente al Apóstol, que entonces se encontraba en Nueva York y no veía a Don Mariano desde hacía varios años.
Una carta que le escribiera a su gran amigo y hermano, Fermín Valdés Domínguez, expresa su sentir ante la noticia. “Mi padre acaba de morir, y gran parte de mí con él.”
En sus palabras muestra Martí la angustia que lo embargaba y añade a su compañero: “Tú no sabes cómo llegué a quererlo luego que conocí bajo su humilde exterior toda la entereza y hermosura de su alma.”
Los Versos Sencillos que varios años después del deceso de su padre, José Martí escribiría, dejan constancia del gran amor y respeto que sintió por él al afirmar:
“Si quieren que de este mundo
Lleve una memoria grata,
Llevaré, padre profundo,
Tu cabellera de plata.”
Y es que siempre destacó Martí las grandes cualidades de su padre: La bondad y honradez como las más genuinas y heredadas por el hijo que las asumiría como estilo de vida a favor de todos.
Del padre, no olvidaría jamás nuestro Héroe Nacional las enseñanzas que éste le aportó con su modo de actuación. La integridad de carácter, laboriosidad y la responsabilidad ante el trabajo, fueron parte de ese aprendizaje del que también los cubanos nos nutrimos hoy.
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