Cuando la muerte no tiene futuro

20 de Noviembre de 2023

La solidaridad de los cubanos, que aún alfabetizan por el mundo, constituye sin dudas la mejor ofrenda al maestro y su alumno. Fuente:Editorial Capitán San Luis

Ofensas, amenazas, golpes, punzonazos, forcejeos y torturas se adueñaron de la noche del 26 de noviembre de 1961 en la zona de Limones Cantero del municipio de Trinidad.

 

Allí permanece aún aquel cuadro horrendo que enlutó a toda Cuba, cuando la Campaña Nacional de Alfabetización había comenzado desde abril de ese año con la participación de miles de personas llenas de un fervor nunca antes visto.

 

Asesinar al joven alfabetizador Manuel Ascunce y al campesino Pedro Lantigua por órdenes directas de la Agencia Central de Inteligencia, fue de las acciones más cobardes para hacer fracasar a la naciente Revolución.

 

El maestro representaba a la Campaña de Alfabetización, su alumno y campesino a la reforma agraria; con ese hecho el enemigo agredía directamente a dos importantes símbolos de nuestro naciente proyecto.

 

Aquella tarde Mariana —la señora de la familia Lantigua— hizo para todos una colada de café, mas no llegó a las manos del esposo, Pedro. Presuntos milicianos invadieron el hogar que acogía al joven alfabetizador y aunque ella percibió la simulación de los malhechores y los enfrentó para demostrar que Manuel era uno de sus nueve hijos, la saña imperó en la humilde morada.

 

Gritos de desesperación de los padres de la casa en el fallido intento de salvaguardar a Manuel Ascunce irrumpieron el silencio campestre. Él no titubeó. Alzó su voz y expresó: ¡Yo soy el maestro!

 

La firmeza del muchacho indignó aún más a los bandidos, quienes arremetieron contra él y Pedro de la forma más brutal y cobarde. El campesino se sabía entonces su principal protector y estuvo con él hasta el último aliento.

 

No bastaron los golpes. Decidieron ahorcarlos con alambre de púas. Ni por casualidad podrían contar lo ocurrido. Para todos los guajiros sería un escarmiento. ¡La campaña de Alfabetización debía culminar aunque costara la vida de inocentes!

 

Muchos otros maestros y campesinos perdieron la vida para hacer realidad este hermoso sueño en diferentes provincias de Cuba.

 

Los asesinos creyeron, tal vez, que con aquel doble crimen y otros tantos, los demás brigadistas abandonarían la campaña. Pero ninguno de ellos dejó a un lado la cartilla y el manual. A pesar de la estela de dolor e indignación que estos hechos provocaron en el pueblo de Cuba, la Campaña de Alfabetización siguió adelante y concluyó con éxito como el primer gran acontecimiento cultural de la Revolución.

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