Carlos Baliño, precursor de la lucha obrera
Carlos Benigno Baliño López fue una persona imprescindible para el movimiento obrero y antimperialista de la Isla, conexión directa entre el Partido Revolucionario Cubano, de Martí, y el primer Partido Comunista de Cuba, al ser fundador de ambos.
Desde joven trabajó como obrero tabacalero y conoció la severidad de la explotación burguesa, mas no tardó en enfrentarla mediante actividades sindicales y publicaciones en la prensa obrera y progresista. Así lo hizo tanto en su Patria como fuera de ella.
Tuvo como principio insoslayable el de contribuir a la lucha por la independencia de su país, incluso desde las entrañas del monstruo revuelto y brutal, como calificara José Martí, al naciente imperialismo norteamericano.
Fue un periodista fecundo y brillante que escribió artículos, poesías, cuentos y tradujo y prologó obras de investigadores y escritores norteamericanos, con el objetivo fundamental de defender a las clases oprimidas.
Con frecuencia cambiaba su lugar de residencia debido a su activa labor organizadora de los clubes de revolucionarios cubanos. Florida, Nueva Orleans, Tampa, Cayo Hueso, Jacksonville, Ocala, Thomasville; fueron lugares donde vivió durante el tiempo que estuvo en los Estados Unidos.
Así conoció a José Martí, quien reprodujo artículos y discursos de Baliño en el periódico Patria y lo invitó para la firma de las Bases y el Acta de Constitución del Partido Revolucionario Cubano, en 1892. Para él, este compatriota sabía muy bien “conciliar la libertad ardiente con la elevación que la acredita y asegura, que padece, angustiado, de toda pena de hombre”.
En 1898, tras el fin de la guerra, regresa a Cuba, con la esperanza de lograr la independencia esperada por los sectores que durante muchos años había integrado.
Entonces colabora con el Partido Obrero, transformado posteriormente en el Partido Obrero Socialista y escribe en La Voz Obrera, órgano oficial del mismo, desde donde saluda enérgicamente los acontecimientos de la revolución rusa.
En 1906 integra el Partido Socialista de Cuba (al fusionarse el Partido Obrero Socialista y la Agrupación Socialista Internacional). Desde aquí proclama la necesidad de que la clase trabajadora tome el poder político y poco tiempo después contribuye a reorganizar los pequeños grupos socialistas en agrupaciones comunistas.
Su constante labor divulgadora, lo convida a colaborar con publicaciones como El Productor, El Obrero Cigarrero, Justicia, El Socialista y Lucha de Clases, del que fue también director.
Siendo corrector de pruebas del Boletín del Torcedor y de la revista Juventud, dirigida por Julio Antonio Mella, coincide en varias ocasiones con este joven en la imprenta donde se reproducen dichos órganos. Su colaboración se mantuvo y amplió, cuando ambos participaron en la fundación del Partido Comunista de Cuba en 1925, junto a otros revolucionarios.
Entre los acuerdos adoptados estuvieron la preparación de los militantes sobre los principios marxistas, el programa de reivindicaciones para obreros, campesinos, mujeres y jóvenes, así como el trabajo activo en los sindicatos.
Sin poder apreciar el desarrollo de estos preceptos, el 18 de junio de 1926, muere Baliño a los 78 años de edad, uno de los mejores luchadores por la causa nacional y popular, quien fue incondicional en sus esfuerzos por contribuir a la formación del partido obrero en Cuba por lo que hasta hoy se le considera precursor del pensamiento marxista cubano.
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