Los cumpleaños del Apóstol

26 de Enero de 2024

El 28 de enero de 1953 nació en la calle Paula, La Habana, José Julián Martí Pérez. Foto: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

Hace unos meses una amiga compartió conmigo un artículo del profesor de la Universidad de La Habana y especialista del museo Fragua Martiana, Carlos Manuel Marchante Castellanos, titulado Lo mejor del mundo ¿no es un buen amigo?”.

 

Hasta ese momento nunca había leído un texto que contara los cumpleaños del Héroe Nacional José Martí según el lugar donde se encontraba en ese momento. Hoy, al cumplirse el aniversario 170 de su natalicio, recordamos este artículo publicado en el periódico Tribuna de La Habana el 22 de enero de 2012.

 

“Hay momentos en la vida de una persona, sea niño, adulto, o ya un anciano, que en cualquier lugar del planeta donde se encuentre, su mayor deseo es pasar ese día en compañía de sus seres más queridos; y entre esos lapsos se encuentra: el día de su onomástico.

 

”José Martí, hombre de probada sensibilidad humana, quien profesara un profundo amor por sus padres, hermanas, esposa, hijo, y demás familiares y amigos, no escapaba de esas redes invisibles que se tejen en el alma de los seres humanos. Sin embargo, muy pocos aniversarios de su natalicio, por su condición de revolucionario comprometido con su patria, pudo pasarlos junto a los suyos.

 

”Un fugaz recorrido por su vida nos permite apreciar que aquella criatura que había nacido el viernes 28 de enero de 1853, a quien sus padres bautizaron como José Julián Martí Pérez, pasó junto a sus padres y hermanas, en La Habana, los primeros cuatro cumpleaños (1845-1857); los aniversarios 5 y 6, en Valencia, España (1858-1859), allí habían decidido probar suerte sus padres. Ya de regreso a la capital cubana, cumpliría los siete y así hasta los 16 años de edad (1860-1869); este último 28 de enero (1869), debió ser en lugar de una fecha de celebración, uno de los más tristes cumpleaños para el joven Martí, pues ese mismo día resultaba arrestado su maestro y padre espiritual, Rafael María de Mendive, acusado de estar vinculado con los insurrectos.

 

”A partir de entonces se iniciaba para él, ‘esclavo de su edad y de sus doctrinas’un peregrinar revolucionario que lo haría esperar su cumpleaños 17 en la Real Cárcel de La Habana (1870), cumplir los 18 a bordo del vapor Guipúzcoa (1871), donde viajaba en calidad de desterrado político a España, y en la metrópoli ibérica, cumplir sus 19, 20 y 21 años de edad (1872-1874).

 

”Terminados sus estudios universitarios, emprende viaje de regreso a su continente amado en el trasatlántico Céltic. (Destino Liverpool-Nueva York). Tras varios días de forzosa escala en Nueva York, aborda el vapor City of Mérida, rumbo a México, donde aguardan impacientes sus padres y sus hermanas. En medio de esta travesía, cumple los 22 años (1875), y ya en tierra azteca junto a parte de su familia, celebra los 23 (1876).

 

”En 1877, ha decidido viajar clandestinamente a La Habana con el seudónimo de Julián Pérez, dada su condición de desterrado político; aquí cumple los 24, junto a su madre y su hermanita Antonia, de doce años de edad, que ha regresado a Cuba muy enferma. Días más tarde, regresa a México en tránsito hacia la tierra del quetzal, donde recién casado con la joven camagüeyana Carmen Zayas-Bazán e Hidalgo, festejará sus 25 años (1878).

 

”Ese año, en Guatemala, le sorprende la noticia de la firma del Pacto del Zanjón y acogiéndose a lo acordado en dicho tratado regresa a La Habana, donde nacerá su hijo José Francisco (22 de noviembre de 1878), y junto al recién nacido, celebra su cumpleaños número 26 (1879), edad con la que resulta nuevamente deportado de la Isla por su labor conspirativa.

 

”El 3 de enero de 1880, arriba a Nueva York, procedente del puerto Le Havre, en Francia, y en esa populosa ciudad cumple los 27. Un año más tarde (8 de enero de 1881), parte hacia Venezuela, país en el cual celebra su onomástico 28, y se ve obligado a abandonar seis meses después, por mandato del presidente Guzmán Blanco.

 

”Ya de vuelta a los Estados Unidos, decide fijar residencia definitiva en la urbe neoyorquina, para iniciar una intensa e ininterrumpida labor patriótica: la organización de la guerra justa necesaria. En esta nación celebrará sus últimos 15 cumpleaños (1880-1895).

 

”Del penúltimo de ellos (28 de enero de 1894), recuerda su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez, quien había arribado la víspera a Nueva York, para poder asistir al día siguiente, a la celebración del natalicio de su entrañable amigo:

 

No quise anunciarle mi llegada, y esto, que entraba en mi plan de campaña para sorprender con mi abrazo al hermano del alma, fue motivo de pena para mí. No me esperaba Martí: era tarde y ya no estaría en su oficina y yo no recordaba donde vivía. Pasé la noche sin dormir. ¡Una jornada más y la victoria!, me dije, y en la espera necesaria, puse en mi pensamiento –en orden las ideas, y a solas con mi Cuba escribí.

 

Al día siguiente como a las 12 de la mañana y guiado por mi cicerone y amable compañero de viaje desde La Habana, doctor Rafael Menéndez Benítez —estudiante entonces y hoy compañero y amigo estimado— me lancé a la peregrinación, para mí difícil, por las calles enlodadas y sucias por la nieve.

 

Entramos en un tranvía y tan pronto como ocupamos nuestros asientos comenzamos a hablar —como era natural en español—. Fijase en esto un matrimonio  que estaba frente a nosotros; yo veía que el caballero, hombre de semblante agradable y mirada franca, hablaba con la señora y sonreía. No pudo el digno cubano esperar más, y dirigiéndose a Méndez le dijo:

 

—Ustedes buscan la casa donde vive Martí; yo voy para allá, y les enseñaré el camino.

 

Me estrechó la mano con emoción y me presentó a su esposa. Era aquel hombre el Tesorero del Partido Revolucionario Cubano: el noble Benjamín Guerra.

 

Cuando dejamos el tranvía, al Oeste de Nueva York, nos dirigimos a la calle 57 entre 8 y 9 Avenidas. Subimos el piso donde vivía Martí. Quería yo llegar pronto y apenas podía andar. El señor Benjamín Guerra me dijo:

 

—Escóndase un momento, que quiero darle una sorpresa a Martí.

Al sonar el timbre, oímos los pasos precipitados de un hombre. Abrieron la puerta y pasó la señora Guerra y luego éste.

Oía la voz de Martí, al recibirlos, y a Guerra cuando decía:

—Martí, le traigo una persona que viene a fiesta.

—Ese es Fermín —contestó Martí.

Durante algunos minutos estuvimos abrazados y sin hablar; lo hacían por nosotros las lágrimas.

Te esperaba me –dijo– sabía que en Caracas te trataban bien; pero yo estaba seguro de que no te habrías de detener allí más tiempo que el necesario.

Y después dirigiéndose a Benjamín Guerra, le dijo: —No podía usted haberme traído mejor presente el día de mi cumpleaños.

 

Era el 28 de enero. Aquel día fue uno de los mejores de mi vida, Martí me estudiaba con su mirada profunda escudriñadora: quería adivinar en un gesto mío todo lo que yo llevaba en mi cabeza y en mi corazón, él me presentó a señoras y caballeros, y contó episodios de mi vida y —con sus palabras apasionadas— quería que, desde aquel momento, me estimaran todos como cubano altivo y útil […] —.

 

Y cuando se retiraron los amigos, y nos quedamos solos, entonces empezó nuestra íntima conversación, y muy tarde Martí me llevó a su habitación, que desde aquel momento debía también ser la mía. Allí siguió la charla sin orden, la relación de cosas que nos importaban para los trabajos revolucionarios, e íntimas confidencias que parecían unirnos más si era que –entre nosotros–cabían mayores lazos de afecto, de íntima unión de almas. Dejamos de hablar, y como despedida hasta el día –que ya se sentía llegar– ¡volvimos a abrazarnos!”

 

Fuente consultada:

 

Gonzalo de quesada y Miranda. Los natales de Martí. Impreso en el Siglo XIX, La Habana, 1959.

  • José Martí junto a su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez.Foto: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

  • Casa Natal de José Martí.Foto: Roberto Garaicoa Martínez

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