Con la estrella del mayor
Es posible sintetizar las esencias de Camagüey en un solo nombre. Con él se identifican: una de sus principales vías, todo un distrito, un céntrico parque, la Plaza de la Revolución, un policlínico y la universidad. Se refieren a Ignacio Agramonte y Loynaz, nacido en esta tierra cuyo segundo gentilicio es agramontinos.
Orgullosos comparten la historia del héroe que se cubrió de gloria al frente de 35 jinetes para rescatar al general de brigada Julio Sanguily. El Mayor elevó el ánimo en el campo cubano en momentos difíciles.
Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz así lo encumbraría: “[…] Y si queremos saber cómo deben ser nuestros tanques en la hora del combate, deben ser como la caballería camagüeyana de Ignacio Agramonte en el rescate de Sanguily”.
Sin embargo carecía de profesión militar; cuando comenzó la guerra se dedicó a estudiarla para luego enseñar a oficiales y combatientes. Organizó talleres de todo tipo, disciplinó y entrenó a la caballería e infantería de Camagüey y Las Villas; pero sobre todo, dotó a esas fuerzas de un magnífico espíritu de combate y las capacitó para la lucha.
Agramonte les hizo ver a las tropas españolas que Camagüey tenía capacidad de combate, que no estaba desmoralizado y se preparaba para llevar adelante la guerra.
Dejó luz por doquier que anduvo en sus 31 años de existencia como hijo, hermano, estudiante de leyes, caballero, abogado, amante y caudillo militar. La reunión de las minas, la Asamblea de Guáimaro, los combates de Ceja de Altagracia y Minas de Juan Rodríguez, llevan su sello.
Profundizar en su legado lleno de humanismo se hace impostergable por el ejemplo de estricta organización y disciplina impuesto a sus tropas.
Fuente consultada:
Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera Parte. Tomo 1. Biografías. Colectivo de autores. Casa Editorial Verde Olivo, 2014.
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