En medio del dolor aparece el verde natural en la zona siniestrada. Las pequeñas plantas que allí renacen señalan la esperanza encarnando la valentía de los que merecen eternamente la honra de Cuba.

La Base de Supertanqueros de Matanzas es un amasijo de historias. Todas hablan de héroes; los que las cuentan incluyen a sus hermanos, esos que en forma de brisa rozan el sentimiento de quienes en incesante búsqueda persisten en descubrirlos.

El oficio que hasta allí los congregó es de los más humanos del mundo. Se es bombero porque se siente y en el camino se aferra más la pasión del soldado, voluntario, rescatista, piloto, jefe, chofer; de la madre que sabe a su hijo imprescindible cuando está en el lugar donde es más útil.

A los cientos de héroes emergidos del mayor fuego de nuestra historia, los aúpa la gratitud de un pueblo que acompañó el incendio más allá de las cenizas; pues seguimos el arduo trabajo del equipo multidisciplinario desplegado por el área donde ocurrió el siniestro.

Sabemos que el equipo de trabajo permanecerá en la zona hasta agotar las acciones en toda el área prevista, mientras otros lo hacen desde los laboratorios, donde se realizan los estudios periciales correspondientes a los restos encontrados.

Cuba honra a sus héroes por encima de manipulaciones insensibles y campañas estériles. Cuba agradece la solidaridad que en silencio ensordecedor gritó con manos, mangueras, aviones, espuma…que no estamos solos en este fuego implacable que apagamos desde la izquierda.