Voluntad médica y guerrillera
Él heredó de su madre la vocación de salvar vidas y el empeño por mejorar el futuro. Ella, Francisca Rivero Arocha, fue la primera mujer negra que recibió el título de Medicina en Cuba y nunca se cansó de socorrer a los más necesitados, como lo hizo su hijo algunos años después en la Sierra Maestra y los hospitales donde laboró.
Manuel Fajardo Rivero, Piti, nació un 8 de noviembre de 1930 en Manzanillo y siempre tuvo entre sus características más importantes la voluntad de ayudar y superarse.
Por eso no fue una sorpresa saberlo graduado en La Habana de Doctor en Medicina, ni reconocerle sus habilidades como cirujano, demostradas durante las prácticas en el hospital capitalino Calixto García.
Mas su humanismo sin límites siempre fue exaltado, sobre todo cuando laboraba en la clínica La Caridad y atendía a los pobres de su pueblo natal, a los revolucionarios heridos por enfrentarse a los represores batistianos y al enviar medicamentos y otros recursos a los rebeldes en la Sierra Maestra.
Involucrarse cada vez más con la causa revolucionaria, hizo que el 24 de marzo de 1958 tuviera que establecerse en la Comandancia
de La Plata. Allí, como miembro del Ejército Rebelde, nunca tuvo preferencias entre su botiquín y su mochila de guerrillero.
Combates como los desarrollados en Santo Domingo, Providencia, Cuatro Caminos, Las Mercedes, El Jigüe, Cerro Pelado, Veguitas, El Meriño y El Salto, demostraron su valía y pensamiento estratégico, e influyeron en que ascendiera hasta el grado de capitán.
Como miembro de la columna 12 Simón Bolívar, bajo las órdenes de Eduardo Lalo Sardiñas, ayudó a impedir que las tropas batistianas cercaran a las columnas invasoras de Camilo y Che durante su avance hacia Las Villas.
“Era un combatiente con el bisturí en una mano y el fusil en la otra”, se le escuchó decir al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque sobre Piti, razón suficiente para aprobar su dirección en un grupo guerrillero en las zonas de Las Tunas, Puerto Padre, Jobabo y Holguín.
Tras el triunfo de la Revolución, ya con los grados de comandante acudió a los sitios donde más necesitados eran sus conocimientos. Lo mismo se le encontraba dirigiendo el hospital civil de Manzanillo o el militar de Santiago de Cuba, que construyendo la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos en el Caney de Las Mercedes, cuya primera unidad inauguró el 26 de julio de 1960, con 500 Camilitos.
Médico, soldado, maestro, constructor… este joven treintañero, fue siempre consecuente con su profesión, ideas políticas y el desarrollo socio-político de la nueva Cuba.
Por tal razón, sin dudar aceptó la responsabilidad de desempeñarse como Jefe de Operaciones en el macizo montañoso del Escambray, con la misión de limpiar esa zona de elementos contrarrevolucionarios.
En la medianoche del 29 de noviembre de 1960, al tender un cerco a un grupo de alzados, resultó mortalmente herido. Su muerte, constituyó una sensible pérdida para el movimiento rebelde, pues él supo dejar un pedacito de sí en cada región de la Isla.
Al despedirlo, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó: “Descansa en paz, te ganaste el derecho al cariño eterno de tu pueblo, de la generación presente y de las generaciones venideras”. Y así ha sido. Su ejemplo ha permitido que muchos profesionales lleven con orgullo el uniforme verde olivo y la bata blanca.
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