Delarra entre el viento de las plazas
Con una hermosa anécdota comienza la obra: “Hace ya tiempo, cuando era niño, intenté hacer un bate de béisbol… y me salió una escultura. Yo creo que ahí estuvo el principio de lo que fui más tarde”. La vivencia se la contó riendo el pintor y escultor José Delarra algunos años atrás, al periodista Orlando Ruiz Ruiz, quien invirtió una larga mañana en ir revelando la vida entera de este emblemático artista.
Y así nació el libro Delarra entre el viento de las plazas, bajo el sello de la Casa Editorial Verde Olivo. Entre sus páginas encontraremos pasajes de la vida de un hombre excepcional, para algunos, mezcla de inquisidor y genio, para la mayoría, el más grande y atrevido de los escultores cubanos de la segunda mitad del siglo XX.
Su vida puede considerarse un ejemplo de auténtica ética y de fidelidad a su Patria y a la Revolución. Su obra plástica tuvo enorme trascendencia para la cultura forjada en Cuba con aliento popular a partir de 1959. Basta decir que desde finales de los cuarenta, aún sin concluir estudios académicos, era ya un artista de cuerpo entero.
Escultura, pintura, dibujo, grabado, decoración, ilustración gráfica, diseño industrial y caricatura escultórica fueron algunas manifestaciones en las que se destacó.
El autor, con minuciosa lupa de investigador, hurgó más allá del perímetro familiar y halló por doquier, fragmentos sustanciales, que fue cotejando para conformar el retrato de un ser que admiró y respetó con sobradas razones.
José Delarra, quien desde hace mucho llegó para incluirse en la extensa galería de los grandes escultores cubanos, vuelve a regresar junto a nosotros a través del volumen. Sus obras monumentales o sobrias, están ahí para confirmar la dimensión de la poesía de su mano y para asegurarnos que no puede haber partida ni muerte para el artista que con tanta pasión las creó para todos.
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