Coraje y convicción
Las emisoras principales de la capital y del interior del país interrumpieron sus transmisiones habituales para anunciar la huelga general que acontecía aquel 9 de abril de 1958, al tiempo que milicias del movimiento clandestino salían a las calles con el fin de detener el tránsito.
La Dirección del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7) en el Llano, había considerado antes que, para derrocar el régimen de Fulgencio Batista era propicio desatar una Huelga General Revolucionaria en todo el país y que estaban dadas las condiciones para ello.
Entonces el llamado del M-26-7 sirvió de detonante para que cientos de revolucionarios se lanzaran a las calles de muchas ciudades de Cuba e intentaran terminar con la tiranía.
Estalló así en diversos puntos del país la huelga revolucionaria, con el objetivo de paralizar a la nación y lograr, con el empuje de las masas, derrotar el oprobioso gobierno.
Centenares de revolucionarios, en su mayoría jóvenes, lucharon movidos por el deseo de acortar los plazos para el derrocamiento de la sangrienta tiranía que cada día aumentaba los arrestos, torturas y asesinatos.
Sin embargo, la huelga no logró los objetivos propuestos: paralizar a la nación y desatar un movimiento de masas que propiciara el derrumbe de la dictadura de Fulgencio Batista. Aunque tuvo héroes y mártires como el joven líder Marcelo Salado dirigente de acción en la capital en esos momentos, y uno de los más valiosos y prometedores cuadros del Movimiento 26 de Julio.
Su lamentable pérdida fue uno de los reveses más serios de la lucha insurreccional. La tiranía desató entonces una inhumana represión desde La Habana hasta la Sierra Maestra. En los días siguientes arrojaron cadáveres en diversos lugares, con muestras de torturas.
A pesar de su magnitud, aquella respuesta del 9 de abril no tuvo aun suficiente alcance y sincronización como para desencadenar la huelga general revolucionaria y provocar el colapso final de la tiranía. La frustración del objetivo propuesto situó al movimiento revolucionario en uno de los momentos más difíciles de todo el proceso.
Aunque no terminó en victoria, la huelga resultó un impulso en la concientización revolucionaria del pueblo. Sesenta y tres años después, conserva su heroicidad imperecedera en la memoria de los cubanos, principalmente porque evidenció la importancia de la unidad en el logro de la victoria y demostró que la llama de la rebeldía permanece viva en la conciencia de los cubanos.
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