“Radio Reloj reportando, la noticia en acción… Robada la campana de La Demajagua. Varios individuos armados, cuya identidad no se ha podido establecer, se robaron esta madrugada la campana de La Demajagua”. El 6 de noviembre de 1947 esta noticia despertó a los cubanos.

En el gobierno de Ramón Grau San Martín los escándalos se multiplicaban, todos conocían el desfalco a las arcas del Ministerio de Educación por parte del BAGA (Bloque Alemán-Grau-Alsina), integrado por el titular José Manuel Alemán, el Presidente de la República y su cuñada Paula Alsina.

Para mejorar la imagen de la administración Grau, su ministro de gobernación, Alejo Cossío del Pino, quiso organizar un gran acto “patriótico” por el 10 de Octubre, que estuviera presidido por la campana del ingenio La Demajagua que Céspedes hiciera tocar durante su grito por la independencia.

Según relata el periodista Pedro Antonio García en la revista Bohemia, el enviado del mandatario viajó a Manzanillo el 6 de octubre de 1947;mas, los pobladores lo recibieron con total repulsa. Incluso, uno de los concejales locales le dijo a la cara: “Ladrones, la campana no. Se lo han llevado todo y ahora quieren llevarse hasta la campana. ¿Dónde está el dinero destinado a las obras de Manzanillo?... No se llevarán la campana, porque lo que harían con ella sería ultrajarla”.

Cossío del Pino regresó a La Habana sin ella.

En manos de la FEU

El joven estudiante de derecho Fidel Castro Ruz, a raíz de lo ocurrido, rápidamente le propuso a la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) traer la histórica reliquia a la capital para convocar a un mitin contra los desmanes del Gobierno.

Los dirigentes de la FEU acogieron con entusiasmo la idea de Fidel, quien fue comisionado, junto con otros estudiantes, a viajar a Manzanillo. Tanto los veteranos mambises como los concejales de la ciudad aceptaron la propuesta del estudiantado.

La campana y su comitiva llegaron en tren el tres de noviembre de 1947. Los estudiantes la pasearon en hombros desde el andén hasta la calle, donde aguardaba un vehículo.

En su traslado por Zulueta, Neptuno, Belascoaín y San Lázaro hasta la Universidad, una espontánea manifestación que crecía en cada cuadra la escoltó.

En el salón de los Mártires de la FEU se colocó la reliquia sobre un cojín, cubierta con la bandera de Carlos Manuel de Céspedes. Ahí debía permanecer custodiada, en espera del acto político programado para el 6 de noviembre.

Dichoresguardo debía realizarse, según Fidel, no solo por estudiantes preparados para ello, sino por toda la masa estudiantil. Sin embargo, esto último no fue cumplido y ello propició que elementos bonchistas^* de la Universidad, dirigidos por el gánster Eufemio Fernández, se apropiaran de la campana, que apareció más tarde en el Palacio Presidencial.

Devolución de la campana

La denuncia del robo de la campana y la exigencia de su devolución al Ayuntamiento de Manzanillo se convirtió en el principal objetivo de lucha de Fidel y otros dirigentes estudiantiles. A ello estuvo consagrado el mitin efectuado el 6 de noviembre en la escalinata de la Universidad, en el que Fidel, uno de los oradores, criticó los males del gobierno, lo acusó del robo de la campana y exigió su devolución al pueblo de Manzanillo.

Bajo la consigna “Que nos devuelvan la campana”, los manzanilleros se lanzaron en protesta a la calle. En la ciudad cerraron los comercios, se suspendieron los espectáculos, hubo un boicot espontáneo al transporte público.

Un juez dispuso la devolución de la campana a la ciudad del Guacanayabo, y el gobierno de Grau no opuso resistencia. El 12 de noviembre de 1947, en avión, el jefe del ejército, Genovevo Pérez Dámera la transportó.

Hoy la reliquia histórica está ubicada en el Parque Nacional La Demajagua, allí permanece, con su palpitar constante, para seguir estremeciéndonos la sangre y llamándonos al combatecomo Carlos Manuel de Céspedes en 1868, quien al hacer vibrar su bronce dejó plasmadas en la historia la lucha por la independencia y la justicia social.

Nota:

*Término procedente del inglés bunch (banda, racimo, puñado), fue la expresión del gansterismo dentro de la Colina. Representó el empoderamiento de pandillas o grupos de acción que garantizaban su hegemonía mediante la amenaza y el crimen.