Poliorcete en Las Tunas

30 de Agosto de 2022

La toma de Las Tunas devino desafío a la capacidad operativa del Ejército Libertador. Fuente: Periódico 5 de Septiembre, versión digital.

Transcurría agosto de 1897. Para entonces España otorgaba particular atención a Las Tunas, considerando su privilegiada posición estratégica durante las guerras independentistas del siglo XIX.

 

La urbe era un importante nexo de comunicaciones entre el centro y el oriente cubanos, base vital de las tropas hispanas que se movían de Camagüey al territorio oriental, por lo cual el enemigo concentraba allí un poderío militar inexpugnable, con una guarnición de 900 veteranos de las tres armas.

 

El Mayor General Calixto García estaba consciente del interés enemigo. No obstante, decidió propinarle un golpe letal a los colonialistas y al amanecer del día 28 asaltó la ciudad con sus fuerzas. Resultó vital la ayuda de María Machado, agente secreta de los cubanos e hija del general español Emilio March.

 

La valiente muchacha facilitó al alto oficial insurrecto toda la información para llevar a cabo el ataque, sabiendo que esa región estaba protegida hasta el detalle con sistemas defensivos interiores y exteriores, numerosos fuertes, fortines, fosos, alambradas y centenares de soldados bien armados y listos para entrar en acción.

 

Frente a las fortalezas

 

El 27 de agosto el mayor general García Iñiguez situó a los exploradores en dirección a Tunas y ordenó avanzar para tomar posiciones ofensivas ante las diferentes fortalezas españolas.

 

Estableció su Cuartel General en la loma de Pelayo para dirigir el asalto a la plaza y situó su caballería de 400 jinetes en los caminos de acceso a la ciudad tunera para impedir la llegada de refuerzos enemigos.

 

Sobre las nueve de la mañana del 28 de agosto comenzó el asalto general. Fue demoledor a pesar de la furiosa defensa hispana y su nutrido fuego, bajo el cual resultó herido el oficial que llevó las tropas al combate, Mario García Menocal. Al mediodía habían sido conquistados el Cuartel de Caballería y los fuertes Concepción y Aragón.

 

Roto y penetrado el perímetro defensivo español, se inició el control de algunas de las calles, donde se tomaron posiciones tácticas ampliadas paulatinamente para preparar la lucha de la siguiente jornada.

 

En las primeras horas de la mañana del 30 de agosto, el cuartel de infantería depuso su resistencia. Los españoles tuvieron más de 300 bajas, entre ellas casi 200 muertos. Les fueron ocupados mil 200 fusiles Máuser, dos cañones Krupp, casi un millón de proyectiles de diferentes calibres, medio millar de machetes, granadas, ropa, víveres y medicinas. Las tropas cubanas, por su parte, registraron más de un centenar de bajas, entre ellas 25 caídos en combate.

 

Fue el fin de la batalla; los nuestros hicieron gala de su hidalguía con los vencidos cuando el mayor general Calixto García ofreció la libertad de todos los prisioneros y que los oficiales derrotados conservasen sus armas.

 

Las condiciones fueron aceptadas y se efectuó la rendición total; fue arriada la bandera roja y gualda e izada la enseña tricolor del triángulo rojo y la estrella solitaria, símbolo de un pueblo en lucha por la redención nacional.

 

La toma de Las Tunas tuvo gran importancia para el devenir de la contienda independentista, reportó un magnífico botín al Ejército Libertador al ocuparse mil armas largas, un millón de cartuchos de guerra, dos piezas de artillería con abundantes proyectiles, centenares de armas blancas y un amplio botiquín de medicinas, ropas y alimentos.

 

A partir del 30 de agosto de 1897, el alto mando español en Cuba se convenció de que ninguna ciudad de la Isla podía considerarse a salvo de un asalto similar; cada día sería más difícil sostener el pendón de Castilla y esta verdad fue evidente también para la opinión pública internacional, favorable en la mayoría de los países a la causa de la independencia cubana.

 

 

El mayor general Calixto García envió un informe detallado de la batalla al General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba, Máximo Gómez Báez, quien al conocer el valor demostrado por las fuerzas participantes que personalmente él conocía, decidió felicitarlos por la victoria obtenida, para orgullo de aquellos combatientes de la libertad.

 

La victoriosa batalla confirmó sobremanera las habilidades del mayor general Calixto García como poliorcete, es decir: expugnador de plazas fortificadas; como artífice del avance indetenible de la revolución emancipadora de la República de Cuba en Armas.

 

  • El 30 de agosto de 1897 en Las Tunas triunfó la valentía. Fuente: Ecured

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