Julio Antonio y Tina: amor en revolución (VI)

09 de Enero de 2025

Tina Modotti (foto colocada sobre su ataúd). Edward Weston

 

 

Algo fecundo y grande

 

«Puro es tu dulce nombre, pura es tu frágil vida:

de abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma;

de acero, línea, polen, se construyó tu férrea,

tu delgada estructura».

 

Pablo Neruda

 

(Poema «Tina Modotti ha muerto», epitafio grabado en su lápida)

 

 

 

Finalmente, la verdad se impone. Al gobierno mexicano de entonces, no le agrada descubrir que varios de sus funcionarios son cómplices de Machado. Valente Quintana, jefe de los Departamentos de Seguridad, quien se halla al frente del caso, es despedido e investigado por corrupción y abuso de autoridad. Se arresta a Magriñá —ajusticiado en Cuba, tiempo después—. Tina queda libre de toda sospecha, pero su nombre y prestigio han sufrido un daño irreparable , además de la profunda huella que los sucesos dejan en su alma.

 

Rechaza, por principios, una lucrativa oferta de ser la fotógrafa oficial del Museo Nacional de México. Considera que se lo debe a Julio, cuyo asesinato juzga aún no debidamente esclarecido y reparado por la justicia de ese país.

 

En enero de 1930, conoce personalmente a Sandino, el General de Hombres Libres, y le pide incorporarse a sus guerrillas en las montañas de Las Segovias. El nicaragüense agradece su disposición, mas la persuade de que puede ser más útil divulgando la verdad.

 

En febrero, Tina pasa trece días en la cárcel, acusada de un atentado al presidente mexicano Pascual Ortiz Rubio. Se declara en huelga de hambre. Aunque su inocencia no tarda en probarse, la expulsan de tierra azteca a fines de ese mes, en medio de un ambiente de persecución a los comunistas. Le dan 48 horas para abandonar el país. Zarpa hacia Europa.

 

No puede ir a Italia porque la policía secreta de Mussolini (OVRA), la cataloga de «comunista peligrosa». Durante seis meses, apenas sobrevive de la fotografía en Berlín. Luego, pasa unos cinco años entre Moscú y París —de 1930 a 1935—, al servicio del Socorro Rojo Internacional, dedicada a la solidaridad, a misiones del partido, ayudando a todo el que lo necesita. La mayor parte del tiempo, permanece en Moscú. Allí se reencuentra con el cineasta Serguéi Eisenstein, y conoce al escritor Máximo Gorki y a Nadezhda Krúpskaya, veterana bolchevique, viuda de Lenin. También, se entera del arribo a Cuba de las cenizas de Mella, el 28 de septiembre de 1933, y de los muertos tras la feroz represión desatada al día siguiente por Fulgencio Batista contra quienes homenajearon al líder caído. Pablo Neruda afirma que entonces Tina arrojó —simbólicamente— su cámara fotográfica al río Moscova: renunció al arte para dedicarse a la lucha revolucionaria; escogió jugarse la vida por los demás, en vez de retratar la desdicha ajena.

 

Los próximos cuatro años de su existencia transcurren bajo las bombas, con balas silbando alrededor. Es miembro del Socorro Rojo en España —de 1935 a 1939—. Apoya a quienes defienden la república de las hordas franquistas respaldadas por Hitler y Mussolini. Usa el nombre de María.

 

En 1939, retorna a México. Un año después, legaliza su situación gracias al presidente Lázaro Cárdenas. Vive en un minúsculo apartamento de azotea que se moja cuando llueve, junto a su compatriota Vittorio Vidali, también comunista, con quien ha compartido los últimos años. Aparenta más edad de la que tiene. Sufre una dolencia cardiaca, pero no lo dice a nadie. Continúa socorriendo, aportando, traduciendo.

 

El 5 de enero de 1942, víspera del Día de Reyes, da los toques finales a la fiesta de la jornada siguiente, donde se entregarán regalos a niños españoles refugiados en México. Esa noche es notablemente fría. Regresa sola al hogar desde la casa de unos amigos, quienes le piden un taxi al ver que no se siente bien. Durante el recorrido en auto, su corazón se detiene. Tiene 45 años. La prensa se ensaña de nuevo. Hablan de su «misteriosa muerte». Dicen que fue envenenada. Un crimen estalinista. Cuando deja de respirar, Tina lleva dos retratos en el bolso que aferran sus manos: uno que le había hecho Weston a ella –cuya ampliación ponen encima de su féretro–, y otro, de Julio, visto a través de sus ojos

 

 

Notas del autor:

 

 Todavía hoy, a pesar de evidencias irrefutables sobre la responsabilidad de Machado en el asesinato de Mella , algunos sitios de internet presentan la muerte de Julio, e incluso la de Tina, como maquiavélicos ajustes de cuentas entre comunistas: siembran cizaña, mienten, difaman a la italiana.

 Tina estaba gravemente enferma. Todos los hermanos Modotti murieron por padecimientos del corazón.

Varios investigadores han probado fehacientemente, a partir de documentos oficiales de esa época en archivos de México y Cuba, que Gerardo Machado ordenó el asesinato de Mella, y que estuvieron involucrados en el crimen: Guillermo Fernández Mascaró –su embajador en México–, José Magriñá, Alfredo Vinet, y los dos sicarios: Niceto Sanabria –conocido como «El hombre de la Cunagua»– y José Agustín López Valiñas –fue quien disparó a Julio, tenía 23 años cuando lo hizo–. También actuó en las sombras, la mano peluda de los intereses de Estados Unidos. Los cubanos Adys Cupull y Froilán González, y las mexicanas Gabriela Pulido Llano y Laura Beatriz Moreno Rodríguez, han hecho públicos en sus libros los detalles y las conclusiones de sus pesquisas.

 

Fuentes consultadas:

 

  • Dumpierre, Erasmo: Julio Antonio Mella. Biografía. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1977.
  • Contrera, Nelio: Julio Antonio Mella. El joven precursor. Editora Política. La Habana, 1987.
  • Pulido Llano, Gabriela; y Moreno Rodríguez, Laura Beatriz: El asesinato de Julio Antonio Mella. Secretaría de Cultura de México. Instituto Nacional de Antropología e historia. Ciudad de México, 2019.
  • Hernández Serrano, Luis: Mella: muerte en flor. Juventud Rebelde, 9 de enero de 2014.
  • Elizalde, Rosa Miriam: Llueve en la calle donde murió Julio Antonio Mella. Cubadebate, 18 de septiembre de 2014.
  • Barckhausen-Canale, Christiane: Verdad y leyenda de Tina Modotti. Ediciones Casa de las Américas. La Habana, 1989.
  • Poniatowska, Elena: Tinísima. Ediciones Era. Ciudad de México, 1992.
  • De la Calle, Ángel: Modotti. Una mujer del siglo XX. Edición de Casa de las Américas, Para Leer en Libertad AC y Rosa Luxemburg Stiftung. Ciudad de México, diciembre de 2019.
  • Acosta Damas, Maribel: Tu pañuelo verde para cuando vuelvas, Tina. Resumen Latinoamericano, 5 de enero de 2023.

Museo Nacional de Arte de México: Tina Mod

 

  • Tumba de Tina Modotti. Panteón de Dolores, Ciudad de México. Maribel Acosta Damas

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