Al tomar posesión del cargo de Primer Ministro del Gobierno Revolucionario aquel 16 de febrero de 1959, el líder cubano Fidel Castro Ruz, consciente de la gran responsabilidad que ello exigía, expresó: «De cuantas tareas he tenido que realizar en mi vida, ninguna considero tan difícil como esta, ninguna considero tan preñada de obstáculos, ninguna considero tan dura de llevar adelante, porque estoy consciente de todas las dificultades, estoy muy consciente de todos los obstáculos».

Los muros del Palacio Presidencial fueron testigos del acto público, que, además, se transmitió por radio y televisión. Fidel enrumbó con su discurso el futuro de la Patria, al referir: « […] si desde aquí la puedo servir, lo que me interesa es hacer la Revolución, lo que me interesa es que la Revolución vaya adelante, lo que me interesa es que el pueblo no resulte defraudado y reciba todo lo que espera de nosotros […]».

En los días que antecedieron al suceso el Gobierno de Manuel Urrutia Lleó no funcionaba con la acometividad que el pueblo reclamaba. Había transcurrido más de un mes sin haberse tomado medida alguna de carácter social y comenzaba la intranquilidad en las masas.

La crisis interna se intensificaba sin vislumbrarse una solución. Necesitaban una autoridad de prestigio y arraigo popular, y los ministros, que procedían de las filas revolucionarias, llegaron a la conclusión de que Fidel era la figura indicada para hacerse cargo del Gobierno como Primer Ministro.

Su presencia significó un impulso para el cumplimiento del programa revolucionario. Él logró una transformación progresiva, también rompió las trabas del ineficiente mandato de Urrutia e inició con las leyes que esperaban ansiosas las masas.

Apenas unas semanas más tarde se firmaba la Ley de Reforma Agraria y la de Nacionalización de las Empresas, seguidas por otras medidas, las cuales culminaron con la proclamación del carácter socialista de la Revolución.

Cuba es hoy resultado de aquel suceso y del pensamiento visionario del Comandante en Jefe. Todos los proyectos sociales desarrollados desde ese momento hasta la actualidad han permitido la sociedad justa que está en nuestras manos.