En defensa de la gloria vivida
Este próximo 5 de agosto, nuevamente retumbará en La Habana y todo el país el grito de “¡Viva Fidel!”, como sucedió en 1994, cuando el Comandante en Jefe, con su enorme coraza moral, calmó las piedras que varios grupos de vándalos soltaron en el corazón de La Habana.
“Aún a riesgo de que me pudiera ganar algunas críticas, yo consideré mi deber, ir donde se estaban produciendo esos desórdenes. Si realmente se estaban lanzando algunas piedras y había algunos disparos, yo quería también recibir mi cuota ... No es nada extraordinario (…) en realidad es un hábito: uno quiere estar allí donde está el pueblo luchando y donde están los combatientes en cualquier problema”, comentó entonces.
Antes de su llegada, hubo vidrieras rotas, tiendas saqueadas, disturbios en el malecón, robo de embarcaciones y, por ende, un escándalo mediático en el Norte, que aseguraba con la “sublevación popular”, la consiguiente caída del “régimen”.
Los protagonistas fueron alentados por rumores de emisoras norteamericanas, quienes incitaban a abordar unas embarcaciones, que nunca llegaron, y los llevarían a Estados Unidos.
Fue este uno de los días decisivos para la Revolución y el propio Fidel, capaz de silenciar a los indisciplinados y a los marginales, con su sola presencia, al punto que, según versiones populares, varios soltaron las piedras y fueron a verlo.
El baño de sangre imaginado por quienes pretendían intervenir en Cuba, no pasó de ser una revuelta controlada en poco tiempo por el patriarca de nuestros sueños más sublimes, jóvenes y el pueblo en general, quienes acudieron al malecón para defender a Cuba de la provocación.
Muchos se empeñan en comparar este momento con una de las primaveras árabes, las “masivas protestas antigubernamentales”, o los recientes acontecimientos del domingo 11 de julio de 2021, cuando nuevamente el imperio y anexionistas de origen cubano fomentaron desórdenes en varias ciudades de la Isla, conociendo el desgaste del país por el recio y criminal bloqueo económico, comercial y financiero, así como la difícil situación que enfrenta por la pandemia de la covid-19.
Ante los disturbios, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como digno continuador fidelista, recorrió las calles de San Antonio de los Baños y, al dirigirse al pueblo, tras la cobarde provocación e intentona desestabilizadora, expresó: “Estamos convocando a todos los revolucionarios del país, a todos los comunistas, a que salgan a la calle en cualquiera de los lugares donde se vayan a producir estas provocaciones (…) desde ahora y en todos estos días, y enfrentarlas con decisión, con firmeza, con valentía”.
De esta manera, a quienes pensaron en acelerar la presión en la Isla, a través de antisociales que vociferaban consignas contrarrevolucionarias y se atrevieron a agredir, apedrear y saquear entidades e instituciones estatales, la jornada dominical les demostró una vez más, que la mayoría de los cubanos repudian los intentos de restauración capitalista.
Desafíos como estos y muchos otros, enfrenta el pueblo cubano, los integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, para defender un proceso que devolvió a los cubanos la dignidad plena del hombre, como lo pidió José Martí, aunque los Estados Unidos se nieguen a reconocer nuestra independencia.
El tiempo ha hablado; aquel 5 de agosto y este 11 de julio ganaron Fidel, Díaz-Canel y el pueblo; ganó Cuba, pues ha sido mucha la sangre derramada y jamás en esta tierra se traicionará la gloria vivida.
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