Valores y peligros
Es imagen recurrente estar absortos en seguir todo cuanto acontece en las redes sociales digitales, sin importar actividad o lugar en que uno se encuentre. Los académicos han calificado dicha «fiebre», como miedo a perderse algo o fomo. La literatura especializada así lo describe: «Es la ansiedad de que algo interesante o emocionante está pasando en alguna parte de internet que no me puedo perder».
El medio británico The Guardian se hace eco de criterios autorizados, los cuales proponen que a los niños de 0 a 3 años deberían alejárseles de las pantallas de los celulares, e incluso del televisor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconocen el valor de las nuevas tecnologías para el aprendizaje, pero también advierten sobre sus peligros.
Los niños y adolescentes quedan expuestos a la sobresaturación de conocimientos, y se les priva de su propia condición de infante, alejándolos del juego y la necesaria conexión física, imprescindible para crear lazos afectivos y de apoyo. Por si fuera poco se ha demostrado que existe una relación negativa entre el uso excesivo de la tecnología y el rendimiento de los estudiantes, de modo que la Unesco insiste en que: «se necesitan directrices claras sobre el uso de la tecnología en las escuelas para evitar daños a la salud».
El avance tecnológico ha revolucionado al «paisaje» comunicacional, y de la realidad, sin embargo, esta puede ser moldeada a conveniencia del emisor de la información, siendo precisamente tema de este comentario. El articulista Ricardo Pose se refiere a ello en el texto «De la batalla del relato histórico a la guerra cognitiva en la comunicación»; en él se expresa: «En los tiempos que corren, el poder económico, político y militar ha logrado hegemonizar un conjunto de conductas a través de las redes sociales. Es el viejo método de los mensajes subliminales que buscaban generar una conducta de consumo en los compradores para seleccionar determinadas marcas comerciales, pero hoy el objetivo logrado —y que busca profundizarse— es intervenir en la conducta política a la hora de decidir y generar una masa crítica a favor o en contra de determinados gobiernos». (Ver 1)
Esa es la actitud deseada por el Occidente de la OTAN, y los Estados Unidos. Por ejemplo, en muchas de las matrices de opinión diseminadas para capitalizar la atención sobre la acción militar palestina del 7 de octubre de 2023 contra Israel, donde ciertamente murieron civiles israelíes, aunque nada se dice sobre la causa originaria de ese estallido, silenciándose los años de colonialismo.
Sin ánimo de irrespetar a las víctimas del asalto armado más allá del perímetro de Gaza, urge asumir que inmediatamente la gran prensa mundial, y por derivación las redes sociales digitales asociadas, empezaron a difundir mentiras. La más emblemática fue la decapitación de bebés israelíes de parte de Hamas, lo cual es mentira, empero un amplio público lo dio por verdadero, desde la falsa asunción de que lo vivido en esas redes, navega por fuera de intereses políticos y económicos. Al día de hoy el genocidio y la virulencia sionista contra los palestinos, y Oriente Medio en general, son tan terribles que la narrativa distorsionada poco funciona. Vale resaltar la excelente campaña comunicacional realizada por Palestina desde el mismo terreno del horror, y a riesgo de la vida.
Es menester que las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial (IA) se levanten como firmes columnas en la lucha política de la izquierda, y muy especialmente en las cruciales ofensivas de los pueblos por su soberanía, tal fue el consenso del III Coloquio Internacional Patria, celebrado recientemente en La Habana.
Proseguimos con Pose: «Hace tiempo que la guerra cognitiva está en los manuales militares, pues es una estrategia que busca manipular la percepción de la realidad de las personas. Se trata de un tipo de guerra híbrida que utiliza la propaganda y la desinformación para afectar las actitudes y conductas de las personas».
«La guerra cognitiva es una forma de guerra no convencional que utiliza herramientas cibernéticas para alterar los procesos cognitivos del enemigo, explotar los sesgos mentales y el pensamiento irreflexivo, y provocar distorsiones en su pensamiento para influir en la toma de decisiones y entorpecer sus acciones, con efectos negativos tanto a nivel individual como colectivo», ahonda.
No debe hacerse una cruzada absurda contra las herramientas tecnológicas, que per-séno se «gobiernan». En su justa medida, significan un tremendo aporte para nuestras potencialidades diversas, en el anhelado camino de desarrollo y bienestar, más, estemos alertas y empecemos con los pequeños de casa. Hasta aquí sobre tan complejo tema en consonancia a la mente humana.Objetivo inmemorial de conquista, que en estos tiempos llega a niveles superiores. Si no, voltee su mirada hacia Palestina.
Hipervínculos:
1-www.cubadebate.cu/especiales/2025/01/18/de-la-batalla-del-relato-histori...
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