La gloria de Finlay perpetuada en mármol
Los artistas cubanos han dedicado diversas obras para homenajear al doctor Carlos J. Finlay y su meritorio trabajo investigativo en el campo de la medicina. Las artes plásticas encuentran una sustancial impronta en el sabio, lo que hace usual su presencia en obras escultóricas del paisaje urbanístico cubano. Entre estas se destaca por su belleza y localización la del escultor Juan J. Sicre Vélez.
La obra está ubicada en áreas del Hospital Militar Central Doctor Carlos J. Finlay, Orden Carlos J. Finlay, en el municipio de Marianao. Ello encierra gran simbolismo, pues fue en este municipio capitalino donde el galeno desarrolló la mayor parte de las investigaciones conducentes a su teoría sobre el modo de contagio y el agente transmisor de la fiebre amarilla.
El monumento, terminado en 1948, recibe a los visitantes en el parque situado frente a la escalinata que da acceso al vestíbulo del edificio principal de la institución. En este terreno se ubicó un campamento militar y un hospital de campaña durante la ocupación norteamericana de 1898 a 1902, convirtiéndose en el lugar donde una comisión norteña realizó los trabajos experimentales que corroboraron la teoría de Finlay.
La escultura está formada por dos figuras humanas talladas en mármol asentadas en un rectángulo cubierto con losas, en cuya superficie central aparece a relieve el nombre del galeno con letras de bronce. Del mismo modo está del lado izquierdo su fecha de nacimiento, referida como Día de la Medicina Latinoamericana, y a la derecha su fecha de defunción.
Palmas reales rodean armónicamente la obra realzando la belleza del paisaje, como expresión cultural genuina de nuestra identidad. Las expresiones de las figuras aluden, con intensidad dramática, a la grandeza humana ante el sufrimiento del prójimo.
Del doctor solo se muestra la mitad superior del cuerpo. Su rostro tiene la serenidad del médico experimentado y la mano derecha sostiene por el dorso a un moribundo, víctima de la fiebre amarilla, mientras la otra palpa el pulso en la muñeca izquierda del enfermo. El paciente, en agonía, lleva su mano derecha al pecho donde está el corazón. El primero socorre, el segundo agradece.
El autor complementó la escultura con numerosas hojas caídas cinceladas que pueden confundirse con plantas de pies, en una exaltación artística para representar las numerosas muertes causadas por la enfermedad. Se presume que Sicre pudo tomar como modelo a La Piedad, obra del artista italiano renacentista Michelangelo Buonarroti.
Junto a los aspectos estéticos e históricos la obra tiene valores patrimoniales que ennoblecen la tradición escultórica cubana con un mensaje alentador. El monumento deviene homenaje a Finlay; así como a todos los médicos y personal de la salud que, inspirados en su paradigmática vida, prestan servicios en Cuba y en otros países que lo han requerido, poniendo de manifiesto la vulnerabilidad de la humanidad y la necesidad de hermandad.
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