Bandera de libertad
El 19 de mayo de 1850, la ciudad de Cárdenas fue libre del colonialismo español por unas horas. Para celebrarlo, el conspirador Narciso López ondeó la bandera que junto a Miguel Teurbe de Tolón había ideado y que las manos de Emilia, esposa de este último, cosieron.
Cierto es que la expedición organizada por López, responsable de la liberación del terruño matancero, tenía carácter anexionista; pero aquella acción de gran relevancia nacional e internacional, así como el hecho de que esa bandera tenía sus mártires y antigüedad, hizo que los defensores de la independencia de Cuba se apropiaran de ella y en 1869, en la Asamblea de Guáimaro y fuese adoptada como Enseña Nacional.
Desde entonces, como expresión legítima de los años de lucha del pueblo cubano en pos de nuestra verdadera y definitiva emancipación, la vemos ondular con orgullo.
Ella, símbolo del respeto, solidaridad y honradez entre los pueblos, ha acompañado durante 172 años a los hijos de esta tierra en los momentos más significativos de alegría, complejidad, tristeza, emoción, incertidumbre…, pues convierte cada sentimiento en expresión colectiva de compromiso nacional.
Honrarla es imprescindible para cada descendiente de la Mayor de las Antillas. De esta manera, con ella cada uno llevamos un hálito de nuestra nación.
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