El comandante Ernesto Guevarade la Serna,Che,es un símbolo para muchas personas en el mundo, un hombre de extraordinarias virtudes que combinaba su gran inteligencia y capacidad militar con una profunda sensibilidad humana.Al estudio de su vida y obra dedican sus días los investigadores Froilán González y AdysCupull.

«El Che no estaba entre las figuras que queríamos estudiar. El conocimiento sobre el Guerrillero Heroico que teníamos cuando me designaronCónsul General de Cuba en Bolivia, era el común de cualquier ciudadano cubano de aquella época. Tampoco fue una decisión personal indagar sobre su vida, respondimos a una misión encomendada por el Comandante en Jefe. Para nosotros haber recibido esa tarea es una de las mejores cosas que nos ha pasado», expresó Froilán González.

Para llevar a cabo el honroso trabajo desempolvaron libros, preguntaron por todas partes y ningún obstáculo fue impedimento, pues les parecía que cualquier esfuerzo era poco, por eso el descanso nunca resultó una opción.

«De su heroísmo y virtudes como hombre, nos faltaba la génesis. Ello fue un acicate para buscar nuevas informaciones familiares que argumentaran sobre su niñez, adolescencia y juventud. El libro Mi hijo el Che, de don Ernesto Guevara, su padre, nos ayudó a fundamentar cómo se forjó la ejemplaridad que lo caracterizara y a encontrar otros testimonios inéditos de la familia, que ofrecieron una visión casi total sobre esa parte esencial de la formación que recibe todo hombre, y en la que destacaron procedimientos, hábitos, ética, virtudes, que desarrollaron su conciencia y sentimientos. Nos entregaron documentos, fotografías y hasta una placa de Villa Chichita, una de las casas donde residió la familia en la ciudad argentina de Alta Gracia, que se encuentra en el Museo Memorial de Santa Clara. Y fueron los pioneros cubanos quienes formularon el título a la primera edición ampliada de esa investigación, publicada en 1989. Ernestito vivo y presente, que tuvo más de una edición», explicó Adys Cupull.

Paso a paso se apropiaron de los hechos y acumularon páginas que se convertirían luego en algunos de los títulos más reconocidos en torno a la vida del argentino: Diario del Che en Bolivia, Asesinato del Che en Bolivia: revelaciones, Peruanos en la guerrilla del Che; y dos libros publicados en varios países: De Ñancahuasú a La Higuera y La CIA contra el Che a partir de investigaciones realizadas entre 1983 y 1987.

Froilán cuenta que en la lectura y estudio del diario del Che en la gesta boliviana percibieron palabras que no entendían y buscaron los idiomas originarios de esas tierras aborígenes, a sus bebidas y comidas y a su cultura en general. Los resultados de esas investigaciones fueron revelados en muchos de sus libros; «Gracias a los hallazgos nos hicieron miembros de la sociedad culinaria en Francia y de la Academia de la Lengua Guaraní».

Durante la búsqueda de los restos mortales de Ernesto Guevara realizaron varias labores de pesquisaje y les resultó difícil el proceso de recopilación de datos en Valle Grande, luego de ser asesinado en el cercano pueblo La Higuera, el nueve de octubre de 1967.

“Muchos creyeron que no hallaríamos los restos, incluso, muchos se burlaron de nosotros. Sin embargo, las frases ofensivas no nos hirieron y pese a los contratiempos, quedó desvelado el sitio definitivo en el que habían sido enterrados el Che junto a otros de sus compañeros. Además, tenemos que decir que los habitantes de la zona nos apoyaron mucho y, como nosotros, se sintieron identificados con el descubrimiento de aquellas osamentas, símbolos de la soberanía para todos los oprimidos del planeta”, dijo Adys.

Este matrimonio, investigadores y escritores los dos, es un ejemplo de lo que dijera Bertolt Brecht: aquellos que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles, pues toda su vida la han dedicado a resolver, desentrañar y relevar al mundo sucesos, enigmas, olvidos y personajes de la historia.

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en su discurso del 18 de octubre de 1967, dijo lo que el Che representaba para el pueblo cubano y  el ejemplo del Che era la guía a seguir cuando expresó: «Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, […] Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡Queremos que sean como el Che!».