El coronel Carlos Manuel Castro Baras, especialista de los servicios médicos del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, tiene como característica esencial su modestia y sencillez. Su emotivo hablar y la narración de las experiencias en el trabajo frente a la covid-19 nos ponen ante un profesional consagrado a la labor que ejerce.

Con anterioridad, el médico Castro Baras dirigió la Brigada Henry Reeve que combatió la epidemia del ébola en Guinea Konacry, cuando esa terrible enfermedad afectó también a Liberia y la República Democrática del Congo, todas naciones de África. De esa experiencia escribió el libro Vivir siempre el día 21. Cara a cara contra el ébola, publicado por la editorial Verde Olivo.

Nuestro entrevistado acumula gran experiencia ante complejas situaciones sanitarias, porque desde que estudiaba los primeros años de Medicina, ya había trabajado en el control de la epidemia de dengue hemorrágico que asoló a Cuba en la década del 80 del pasado siglo. Como muchos han dicho de los médicos de la Henry Reeve: Castro Baras se integra al grupo de héroes de nuestra época.

“Desde que se tuvo conocimiento de la enfermedad en el mundo —explica— en Cuba la participación de los servicios médicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias para enfrentar la covid-19 hay que verla desde la etapa de preparación, en tan temprana fecha como enero del presente año, por indicaciones de la dirección del país y de la jefatura de las FAR. Ese plan de prevención y enfrenta miento en su primera versión se elaboró de conjunto con el Ministerio de Salud Pública (Minsap) y el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, incluía a las unidades militares, para evitar así el contagio, la propagación de la enfermedad y no afectar la disposición y preparación combativa de las FAR, pero también estaba dirigido a la atención primaria de salud.

“En febrero cuando se descubrió en Trinidad el primer caso de la covid en el territorio nacional, se orientó que fueran los hospitales militares los de atención directa a los casos confirmados y sospechosos, por ello se elaboró una segunda versión del plan que contemplaba la incorporación de los seis hospitales militares, excepto el hospital central Carlos J. Finlay, de La Habana”.

Los hospitales militares en la primera línea

El coronel Castro Baras señala que los hospitales militares Doctor Luis Díaz Soto, de la capital, y los de los diferentes ejércitos: el Doctor Mario Muñoz Monroy, de Matanzas; Comandante Manuel Fajardo, de Villa Clara; Doctor Octavio de la Concepción y la Pedraja, de Camagüey; Doctor Fermín Valdés Domínguez, de Holguín; y Doctor Joaquín Castillo Duany, de Santiago de Cuba se concibieron para esa atención. “Además se habilitaron los puestos médicos de salud territoriales y las regiones militares de Pinar del Río y Guantánamo, en los cuales se hizo una intensa labor de entrenamiento con el personal, ya que no había condiciones para tratar a tantos pacientes, pero la entrega de su personal fue excelente y cumplieron sus objetivos”.

Añade el médico que en general esos centros aportaban más de mil 200 camas para la atención de los pacientes militares, civiles y extranjeros, incluso, por un sistema de distribución territorial que se organizó de conjunto con el Minsap. “Paralelamente —aclara nuestro entrevistado— se exigió la aplicación de las medidas y acciones preventivas en todas las entidades y unidades de las FAR, como la vigilancia activa, la pesquisa diaria, entre otras, evitando que se complicaran nuestras unidades y afectara la disposición y capacidad combativa de las FAR.

“En los hospitales militares desde finales de enero se trabajó en la capacitación del personal, y así se elaboró una estrategia, y de  conjunto con especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, las direcciones provinciales de salud e higiene y epidemiología, se inició la preparación de todas las categorías de personal para enfrentar la pandemia que se avecinaba.

“Entre ellos había médicos, enfermeras, tecnólogos, licenciados, alumnos, residentes, cadetes, sanitarios de las unidades de protección y seguridad, choferes paramédicos de ambulancia. También se instruyó entrenamiento para el personal de apoyo en los hospitales como los de lavandería, mensajería, comedores, camilleros y otros de aseguramiento a la labor asistencial.

“Las características del coronavirus SARS COV-2 —refiere— han obligado a ir haciendo y aprendiendo a la vez porque es una enfermedad completamente desconocida. En la medida en que el mundo fuera compartiendo saberes y experiencias, los cubanos las íbamos incorporando a nuestros protocolos, al extremo de que hoy existen varias versiones en el tratamiento de la pandemia”.

El coronel Castro Baras destaca que el conocimiento científico acumulado en Cuba, gracias a la visión de Fidel en la creación de centros científicos en el país, ha posibilitado que muchos medicamentos empleados actualmente en los protocolos de tratamiento contra la covid, sean producidos en la Mayor de las Antillas, e incluso algunos han sido reconocidos y se aplican hoy en varios países.

El profesional recalca que la pandemia ha hecho colapsar a muchas naciones del primer mundo, tanto en la salud, política, economía, el deporte y la cultura... “En Cuba tenemos la suerte de que nuestro sistema de salud gratuito, intersectorial, universal, multisectorial, donde todos los organismos, incluyendo las FAR, participan y contribuyen, lográndose estabilidad y atención al pueblo en una actividad mancomunada como siempre nos enseñaron Fidel y Raúl”.

Puntualiza que ha sido meritoria la labor de las brigadas Henry Reeve, con más de 200 colaboradores, que han acudido a más de 30 naciones a dar su ayuda solidaria y humana, movidos por un sano amor a la vida. “De ellos se recogieron muchas experiencias, sobre todo de los profesionales de los servicios médicos de las FAR integrados a esos contingentes.

“En los hospitales militares se ha atendido casi el 60 por ciento de los pacientes con una letalidad muy baja, del 1,6 por ciento, muy inferior a la de América y el mundo en general.

“La institución armada con todas sus fuerzas, por ejemplo la Unión de Industrias Militares, la Unión de Constructoras Militares, entre otros son paradigmas de consagración. En dicha situación sanitaria la sobresaliente actuación de las mujeres, están más preparadas para situaciones extremas que los hombres, y recuerda que cuando el ébola la disposición de las mujeres para integrar la Henry Reeve fue excepcional.

“El ciento por ciento de los cadetes —aclara— participó directamente en el enfrentamiento a la covid desde los primeros años de estudio de la carrera de Medicina. Entraron, incluso, hasta la Zona Roja, y se afanaron como nunca, con una disposición ejemplar”.

Las lecciones de Fidel y Raúl guiaron la tarea

El coronel y médico Carlos Manuel Castro Baras aseveró: “Cuando se haga el recuento final de los resultados de la actual pandemia por la covid-19 tendremos, como es lógico, una gran cuota de tristeza por los estragos causados a la población mundial, pero a la vez grandes enseñanzas. Entre esas últimas estarán la necesidad de trabajar unidos entre todos los factores del planeta que tienen que ver con la preservación de la salud.

“También, y específicamente para Cuba, nos enseña que debemos mantener muchos hábitos higiénicos permanentes, tanto en la familia, centro laboral o cualquier actividad social que hagamos. Además del enorme trabajo de sacrifico y consagración del personal que laboró en el control y eliminación de la pandemia solo es posible por el sistema socialista, que tiene como joya sagrada la vida y el bienestar del hombre, y no como en otras sociedades, donde el mercado y el dinero definen cualquier estrategia posible.

“Las enseñanzas del Comandante en Jefe y líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro y del General de Ejército Raúl Castro, han sido claves en todo el proceder y actuación en la batalla contra la pandemia. El consecuente trabajo del presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como fiel discípulo de ambos, ha sido de vital importancia en la titánica labor frente al coronavirus”.