El privilegio de mirar diferente

16 de Febrero de 2024

La Distinción Félix Elmuza en su pecho deviene compromiso con una labor que lo apasiona.

Aunque comparta el espacio con otros, es común que mi entrevistado descubra en el entorno detalles intrascendentes para los demás. En sus manos está la cámara, como un elemento aditivo y casi permanente. Corrige sus parámetros, encuadra la imagen, enfoca y realiza un “disparo” que deja huellas para la historia.

 

Esa capacidad para observar desde perspectivas diferentes deviene práctica común en la vida de Roberto Garaicoa Martínez. Todo lo ve con emoción y color, queda atento a lo que le rodea y asegura que esa pasión con la que hoy desempeña el fotorreporterismo en Verde Olivo, provino del Servicio Militar Activo (SMA) donde se inició en el mundo de la imagen.

 

En 1972 comenzó su tránsito en la Marina de Guerra Revolucionaria siendo soldado. Luego continuó como “reenganche” en Cayo Loco, Cienfuegos, cumpliendo misiones especiales de protección marítima al Comandante en Jefe, cuando abordaba el “Pájaro Azul”.

 

«En esa época ya tenía inquietudes fotográficas y estudiaba de manera autodidacta con una camarita rusa. Entonces me ilusionaba la idea de captar el movimiento de un proyectil desde que es disparado por el arma. La muestra para lograr ese afán juvenil resultó un revólver roto, que yo mismo reparé».

 

Fueron varios los libros a los que después accedió Garaicoa. Con ellos no solo creció de forma técnica y cultural, sino que logró fusionar conocimientos teóricos y prácticos.

 

En ese constante aprendizaje descubrió una pasión: la fotografía creativa una arista que aún prefiere y desde la cual supo que podía generar nuevos conceptos e ideas además de los ofrecidos por las maneras tradicionales de retratar.

 

El nuevo escenario en el que por voluntad propia se insertó, abrió su diapasón creativo aún con los rigores de la Brigada de Desembarco Aéreo de Destino Especial, donde se encontraba. Entre los entrenamientos de saltos con paracaídas y diferentes especialidades militares de combate, siempre practicó la fotografía de forma juiciosa y en los límites permisibles.

 

«Mi sueño era realizar un salto de paracaídas con la cámara, pero en aquel momento la técnica no poseía avances suficientes como para colocarla en el casco y lanzarse en paracaídas mientras se tomaban las imágenes».

 

Tras ese período en el que siendo oficial de la reserva estuvo insertado en una constante preparación, Garaicoa se incorpora al Regimiento de Seguridad Diplomática donde funge como jefe de pelotón en una compañía especial. «En ella me hacen miembro del tribunal de exámenes de política y ejerzo como profesor en las mismas materias que antes impartí».

 

Otras habilidades adquirió en este Regimiento como profesor de artes marciales y tiro, sin descuidar la práctica de la fotografía y sus funciones. «Todo cuánto hice me dio un amplio espectro visual —comenta. Yo observaba aquellas maniobras y los compañeros preguntaban que cómo me gustaba permanecer allí, pero me sentía atraído”.

 

A sus experiencias en la vida militar añadió el trabajo en las filas de la contrainteligencia. Con ellas no solo desarrolló conciencia revolucionaria, sino el arte de la fotografía. «Haciendo trabajos creativos, aunque en aquellos momentos, dada la situación económica, no podía desplegarme como ahora. A ello se sumó el fin de la fotografía analógica, que me obligó a abandonarla durante 5 años por la escases de una cámara digital.

 

«Durante este período leí mucho y aprendí a mirar diferente, cuando uno se hace fotógrafo la mirada es otra. Sin embargo era frustrante para mí porque no tenía cámara y económicamente no podía pagar el precio de una digital. Un buen día me aproximo a la Mesa Redonda y me incorporo allí como fotorreportero».

 

De esa posibilidad laboral llegaron sus primeras exposiciones «Todos los años exponían muestras en los aniversarios cerrados de la Mesa. Para mí fue maravilloso porque era en la Plaza de la Revolución donde se exhibían los trabajos profesionales de gran prestigio».

 

Como resultado de estas actividades, en todas partes del mundo comenzaron a visualizarse las imágenes del “Gara”, como es llamado por muchos en el gremio.

 

«Me contactaban por correo solicitando las fotos pero he cobrado una sola; he exigido el crédito y por supuesto, que no se utilicen para denigrar a mi país ni a la Revolución.

 

«Conocer los azares de las FAR y haber transitado por diferentes armas y unidades me facilita anteponerme a un acontecimiento determinado. Por ello logro captar los fogonazos de un cañón, el traslado de una tropa determinada, un disparo de fusil e incluso, algunos movimientos de hombres ranas y buzos cuando he estado en coberturas con la especialidad de Destino Especial. Las fotos artísticas más increíbles que he hecho en mi vida han sido dentro de las FAR».

 

 

«Es muy diferente esta fotografía de acción, de tropas en movimiento, de operaciones y maniobras; la artística se ve más bien en las que se posa o la que preparas con el retratado. En las FAR hay acciones que son irrepetibles o que ocurren simultáneas y debes captarlas; eso da un práctica de movimiento rápido que obliga a tu mente a alinearse con la cámara y poder hacer una de otra».

 

En sus maneras de hacer y seguir aprendiendo de amigos, colegas y con la savia de quienes le antecedieron, Garaicoa no solo se vincula a cursos de superación, sino que crea recursos propios que le permiten obtener el resultado esperado. 

 

«Cuando hago imágenes a personas intento extraer algo que me guste mucho, funcione como su retrato psicológico y permita develar su carácter. Ese resultado lleva implícito un tiempo de conversación y empatía».

 

Con ese comentario miro entonces de otra manera la foto de portada del reciente libro que publicara el periodista Wilmer Rodríguez Fernández sobre el Comandante de la Revolución Guillermo García Frías. En ella se percibe a simple vista la franqueza y mirada sincera de este hombre humilde y jaranero, tal cual lo quiso mostrar Garaicoa.

 

Por esas habilidades puestas en práctica en su quehacer diario, Roberto tiene como uno de sus méritos el de dirigir la Comunidad Mundial de Fotógrafos Profesionales y Afines. No se lo propuso sin embargo esa responsabilidad le permite viralizar el trabajo de muchos compañeros tanto dentro como fuera de Cuba.

 

En ese contexto, él mismo ha resultado varias veces galardonado. «A uno los premios lo satisfacen aunque no viva para ellos —dice —porque es el reconocimiento a la labor y muestra que tu trabajo gusta. He recibido más premios internacionales y es increíble que donde participan miles de fotógrafos, el de uno resulte mención o premio. En nuestro país estuve nominado al Juan Gualberto Gómez en 2022 y creo realmente que mi mayor alegría será el día que obtenga un galardón de este tipo aquí.

 

»A veces me sonrojan con los obtenidos fuera del país. En 2020 obtuve el galardón a los Nuestros de la década, mejor director general, fotorreportero y fotógrafo y en el 2022 el premio representativo de la cultura, que es internacional».

 

Lejos de estos estímulos, es permanente el reconocimiento a su actividad. Al merecer recientemente la Distinción Félix Elmuza, la Unión de Periodistas de Cuba validó los méritos que ha atesorado durante sus extensos años de trabajo.

 

Esas cualidades también son reconocidas por la Casa Editorial Verde Olivo, que acaba de reconocerlo con la distinción Servicio Distinguido de las FAR, para aplaudir su consagración durante el año 2022.

 

Ser testigo de disímiles acontecimientos de importancia tanto para Cuba como para el mundo es una suerte que periódicamente experimenta Garaicoa gracias al fotorreporterismo.

 

«La Mesa Redonda me ha dado la posibilidad de conocer personalidades nacionales e internacionales y entre ellos jefes de estado, presidentes, ministros. Esto me ha aportado mucho pues me lleno de experiencias nuevas, de conocimientos y me facilita a la hora de hacerles las fotos».

 

El Gara compone en su mente, se alinea con la cámara y en segundos atrapa momentos precisos. Sus instantáneas proponen e informan. Algunas no necesitan ser acompañadas de ningún texto, otras añaden lo que las palabras no dicen y atesoran instantes irrepetibles en la vida de Cuba y su pueblo.

 

Desde los 17 años es su sentido de vida. Afirma que las FAR lo ha cambiado muchísimo. Aún jubilado asegura que le es imposible estar alejado de su medio de prensa, pues siente la necesidad de ir aquí y allá para hacer fotos. «La mayor cantidad de exposiciones las he hecho estando aquí».

 

Cuando sus fotografías, además de la revista y sitio web Verde Olivo, aparecen en la prensa nacional y en muchas partes del mundo, Garaicoa siente una inmensa gratificación. Pocas veces lo comenta, mas el orgullo está ahí, agazapado en un corazón que se sabe responsable de atrapar, en imágenes, historias, sueños y esperanzas.

  • Mediante su labor Garaicoa aporta imágenes históricas al patrimonio visual del país.

  • Como un miembro más de las FAR, se inserta en cada una de las coberturas que atestiguan la labor de nuestros combatientes.

  • Junto a otros colegas Garaicoa testimonia parte de la historia de Cuba y su pueblo.

  • Las fotos de Garaicoa transmiten suficiente información.

  • Portada del libro, con la imagen realizada por Roberto Garaicoa.

Comentarios

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