A veinte años del entierro del ALCA
El 4 de noviembre de 2005, durante la III Cumbre de los Pueblos, celebrada bajo una persistente lluvia en el estadio mar platense, el líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez Frías afirmaba que en Mar del Plata quedaba sepultado el ALCA, «pero eso no significaba que estaba muerto el capitalismo».
En la Cumbre de las Américas, que sesionaba de manera simultánea, varios líderes de la región, entre ellos, el entonces presidente argentino Néstor Kirchner y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, se unieron para rechazar las intenciones de Estados Unidos de convertir a toda la región en un satélite de su política mediante el Área de Libre Comercio para las Américas.
El mandatario venezolano denunció que el ALCA lo que buscaba era consolidar el poder económico de las grandes transnacionales y de las élites que han dominado estos países durante mucho tiempo.
En aquella histórica Cumbre de Mar del Plata, la imposición del Área de Libre Comercio para las Américas no fue posible; sin embargo, en todo el período transcurrido desde el entierro del ALCA, la potencia hegemónica ha seguido mostrando claras evidencias de no desistir de sus objetivos.
Si bien el Comandante en Jefe Fidel Castro no estuvo presente en aquella Cumbre, de donde Cuba fue excluida, sus ideas se hicieron sentir, tanto en las voces de los pueblos, como en la de los presidentes que enfrentaron —durante las discusiones— el intento de la administración de George W. Bush, allí presente, de imponer el ALCA.
Los líderes de Argentina, país anfitrión, Venezuela, Brasil, Paraguay y Uruguay, se plantaron frente a las pretensiones de Estados Unidos,logrando una victoria contundente frente al proyecto de dominación de Washington, que bajo el eufemismo del «libre comercio» pretendía reforzar la condición de patio trasero de la región latinoamericana y caribeña.
Desde La Habana, desde finales de los años 90, ya Fidel se había convertido en uno de los estrategas fundamentales en la lucha contra el anexionista proyecto, alertando en múltiples escenarios acerca de sus peligros económicos, sociales y políticos, y protagonizando una batalla ideológica y diplomática a escala continental.Fidel definió al Acuerdo de Libre Comercio para las Américas como un «instrumento de anexión», como un «nuevo colonialismo».
La estrategia del líder histórico de la Revolución fue convertira Cuba en epicentro de la resistencia intelectual y política frente a esa aspiración de dominación norteamericana. Con ese propósito, la mayor isla del Caribe abrió sus puertas a las conferencias internacionales «Globalización y problemas del desarrollo» y a los «Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el ALCA». En esos espacios de verdadera articulación revolucionaria, Fidel participaba en la mayoría de sus jornadas, a tiempo completo, e intercambiaba con intelectuales, economistas, activistas políticos y representantes de movimientos sociales de todo el mundo.
A veinte años de la derrota del ALCA, la izquierda latinoamericana vive una hora crucial y es hora de una nueva oleada para profundizar el largo recorrido por los caminos de la emancipación.
El desafío es muy complejo; pero, tampoco lo fue fácil para grandes líderes de la región como el Comandante en Jefe Fidel Castro y el Comandante Hugo Chávez, quien nos sigue emocionando cuando escuchamos su emblemática frase pronunciada el 4 de noviembre de 2005: «Hemos traído una pala (…) porque aquí en Mar del Plata está la tumba del ALCA». Sus estremecedoras palabras se quedaron para siempre en la historia de resistencia de los pueblos latinoamericanos.

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