Simplemente multiplicada
La huella imborrable de Vilma Espín Guillois permanece en las obras más humanas de nuestra patria. Los principios revolucionarios que se asentaron en ella desde niña, desbrozaron el camino que la enrumbaría desde que vio la luz hace 93 años.
La joven delicada y hermosa, natural de la ciudad de Santiago de Cuba, cambió desde muy temprano el candor, por la lucha y movilización en las calles de la oriental ciudad. Siendo aún una estudiante, participaba junto a otros en marchas y reclamos contra la corrupción, por la justicia y en acciones solidarias con otros pueblos del mundo.
La familia culta en la que creció, de muy sólidos valores éticos, fundada en sentimientos de amor y respeto mutuo, donde la honradez, la honestidad, el apego a la verdad y la justicia eran premisas que forjaron en la futura heroína la sensibilidad humana y los sentimientos patrios que impulsaron sus luchas rebeldes.
En esos principios se asentaron precisamente las raíces de su forma de pensar y actuar, el afán de saber, su apego a las artes, al ballet, al deporte, a la música; sus ansias de leer, de investigar y el compromiso político que le caracterizó siempre.
Además de ser protagonista de la obra de la Revolución, encaminada a materializar el acceso pleno de las mujeres a sus derechos, integró el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, fue diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde su primera legislatura y miembro del Consejo de Estado. También fungió como presidenta de la Comisión de Atención a la Infancia, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
A la Federación de Mujeres Cubanas entregó su vida, inteligencia y fuego creador, y de ella recibió experiencias y agradecimiento. Fue esta la concreción aglutinadora de sus loables esfuerzos en pos de la unidad e integración femenina. Desde allí se crearon espacios de orientación y apoyo para las féminas y sus familias; logros que han consolidado el rol social de este sector de la población en el devenir revolucionario.
Vilma vive en cada mujer revolucionaria, en la acción, en la fuerza y avance de la organización que fundó y cimentó. Vibra en las batallas y triunfos, en los retos y empeños de las cubanas que abogan por la inclusión en aras de potenciar el amor a la familia.
Nos guían sus ideas, enseñanzas y ejemplo. En cada mujer enaltecida que recuperó su dignidad y ha logrado realizarse como ser humano, se encuentra Vilma, simplemente, multiplicada.
Fuentes consultadas:
Vilma Espín, Asela de los Santos, Yolanda Ferrer: Las mujeres en Cuba: Haciendo una revolución dentro de la revolución. Editado por Mary-Alice Waters.
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