Inscrito en el libro de la Historia

13 de Marzo de 2024

“El libro de la Historia nos está esperando. Escribamos en sus páginas actos dignos de nuestros antecesores. Como representantes de la juventud cubana e hijos cubanos, tenemos sobre nuestros hombros una seria tarea que cumplir”.Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

“Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque tenga o no tenga nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo. Pero es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzarlo [...]”

Testamento Político de José A. Echeverría

Las acciones ocurridas el 13 de marzo de 1957 llevaban meses planeándose. Luego de perfilar detalles, reclutar hombres y acopiar armas, se previó asaltar el Palacio Presidencial, ajusticiar al tirano y tomar la emisora Radio Reloj para difundir la noticia. A continuación un destacamento ocuparía la Universidad de La Habana, donde se establecería el cuartel general.

 

Entre los participantes resaltaba José Antonio Echeverría, destacado joven revolucionario y presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Desde su cargo fortaleció y desarrolló la lucha del alumnado contra la dictadura y promovió la solidaridad con pueblos de Latinoamérica en apoyo a disputas sociales y políticas.

 

El reloj marcaba las tres de la tarde cuando el auto de Carlos Gutiérrez abrió la caravana. Lo seguía un camión con un letrero que decía Fast Delivery y en su interior iban apretados los hombres unos contra otros, en una oscuridad total y un asfixiante calor.

 

En el edificio Radiocentro, en los estudios de Radio Reloj, José Antonio se apoderó de los micrófonos:

 

“¡Pueblo de Cuba!:

 

En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista en su propia madriguera del Palacio Presidencial.El pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas.
Y somos nosotros, el Directorio Revolucionario, los que en nombre de la Revolución Cubana hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio. ¡Cubanos que me escuchan!: acaba de ser eliminado...!”1

 

Tras la toma de la emisora se dirigió a la Universidad de La Habana. El automóvil fue interceptado por un vehículo policíaco a un costado del recinto universitario y entablaron combate.

 

“El Gordo cayó como un valiente. Con desprecio absoluto de su vida avanzó sobre una perseguidora y les disparó por la ventanilla. Cayó al suelo y volvió a pararse sobre sus rodillas y sacando un revólver (que le había quitado a un soldado) volvió a tirar por la ventanilla para dentro: en ese momento una ráfaga de ametralladora lo remató”.2

 

Balas enemigas cegaron la vida de José Antonio, cuando solo contaba con 24 años. Su corta, pero prolífera vida, estuvo enteramente dedicada a la causa revolucionaria y a los sacrificios que esta conllevaba.

 

Para evitar un entierro público y manifestaciones populares, el régimen batistiano retuvo el cadáver en la morgue hasta horas de la tarde del día 14 de marzo. Luego entregaron el cuerpo a la familia, y cerca de las seis de la tarde autorizaron el traslado del féretro hacia Cárdenas, pero solo el auto de los padres podía acompañar al carro fúnebre y debían dirigirse directamente al cementerio de Cárdenas, su ciudad natal.El resto del cortejo debía partir de inmediato y esperar.

 

El séquito fúnebre, que debía esperar en la Calzada de Managua, fue detenido y revisado en varias ocasiones. La necrópolis estaba rodeada por policías y agentes del Servicio de Inteligencia Militar, uno de los cuerpos represivos de la dictadura que procedieron a registrar autos y personas.

 

Naty Revuelta, amiga del líder estudiantil, contó sus recuerdos de aquel día:“El 13 de marzo fue un día imborrable. A casa avisaron, en medio de la incertidumbre del momento, que por añadidura habían asesinado a Pelayo Cuervo, amigo entrañable. Tan pronto nos avisaron, mi madre y yo fuimos para la funeraria de Zapata y 2. No faltaban, por supuesto, policías vestidos de civil a la caza de posibles visitas de luchadores perseguidos que se dejaran llevar por sentimientos lógicos, lo que resultaría peligrosísimo en esos momentos. Reinaba un ambiente mezcla de tragedia e indignación. Las flores de las Martianas me mantenían atenta a la puerta. Por fin llegaron. En eso alguien me dijo que acababan de traer otro cadáver y estaba en los altos. Dejé las flores en un rincón.

Subí y vi sin ropa, tendido en una camilla, a José Antonio Echeverría. Estaba blanco como el mármol. Aún no había nadie con él. Bajé, tomé las flores y lo cubrí con ellas”.

 

Referencias:

 

1 Transcripción de la grabación que se encuentra digitalizada en los archivos de la emisora Radio Reloj.

2 Juan Nuiry: ¡Presente! Apuntes para la historia del movimiento estudiantil cubano. La Habana: Editora Política, 2000.

 

Cárdenas, ciudad bandera

 

La misma tierra natal, / que conoció tu ideal/ que vio nacer tu trinchera, / al sentir la herida artera, / aquí, junto a la Colina, / supo que nunca termina, / tu camino José Antonio, / eres patrio testimonio, / que tras la muerte germina.

 

Y con esa certidumbre,/ sabemos que estás despierto,/ que tu ejemplo no está muerto,/ que vive en la muchedumbre,/ en la cepa,/ y en la lumbre,/ de jóvenes por venir,/ de quienes van a existir,/ con tu ejemplo en la memoria,/ y preservarán la historia, / pues siempre vas a vivir.

 

Paradigma perdurable, / para izar por los senderos,/ con pensamientos certeros, / tan valiente y formidable. / En tu edad incalculable, / digno y fiel tú seguirás, / también Cárdenas, sabrás/ que como nuestra bandera, / José Antonio es una hoguera, / que no se apaga jamás. (Autora: Nancy Robinson Calvet)

 

  • José A. Echeverría dedicó su corta y prolífera vida a la causa evolucionaría y a la lucha estudiantil. Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

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