¡Que admirable aquella generación de hombres y mujeres que escribieron sus ideales con sangre, que sufrieron prisión, persecución y torturas, que lloraron a cientos de sus compañeros pero que se mantuvieron firmes a la hora de cumplir con la idea del Apóstol de crear una revolución con todos y para el bien de todos!

Un ejemplo de esos jóvenes es Humberto Sosa Jover, quien nació en la ciudad de Cárdenas, provincia de Matanzas. De niño apenas tuvo oportunidad de estudiar pues muy temprano tuvo que trabajar para ayudar al sustento de los suyos.

En busca de mejores oportunidades de empleo viajó a La Habana y orientado por sus hermanos se dedicó a la gastronomía. No toleraba las injusticias y siempre salía en defensa de sus compañeros, quienes lo eligieron dirigente sindical.

Humberto manifestó su repudio a los hechos bochornosos de la tiranía y se enroló en la lucha clandestina, sumándose a las filas del Movimiento 26 de Julio.

Durante la Huelga del 9 de abril exhortó a los comerciantes a cerrar sus establecimientos, de esa manera puso al descubierto sus actividades revolucionarias y fue delatado por un cómplice de la dictadura.

Es así como el 7 de agosto de 1958 fue detenido por los sicarios del asesino Junco y torturado salvajemente durante catorce días hasta su muerte el 21 de agosto de 1958. Este joven revolucionario por su firmeza y valentía es un paradigma que será recordado siempre con orgullo por la juventud cubana.