Cuando afirmó a los jueces que lo juzgaban: “Traigo en el corazón las doctrinas del maestro”, el joven abogado, Fidel Castro Ruz, les hizo saber que era José Martí el verdadero autor intelectual de aquellos hechos y que su generación no permitiría que muriera en el año de su centenario.

Pero al ahondar en la influencia del Apóstol en el pensamiento y la acción del Comandante en Jefe, distinguimos mucho más que los días del Moncada; pues el proceso de todas sus actividades políticas y revolucionarias antes y en lo adelante, tenían profundas raíces en las ideas del Maestro.

Así nos lo transfirió para la posteridad el poeta Nicolás Guillén en sintética prosa: “Te lo prometió Martí y Fidel te lo cumplió […]”, concreta expresión para validar la presencia del Maestro no solo en el ideario del líder de la Revolución Cubana, sino también en su praxis revolucionaria.

Por eso llegó la Revolución y con ella el logro de los más nobles sueños del Héroe Nacional. Y en ese afán  por la equidad, su mejor discípulo impulsó la construcción de carreteras, industrias, embalses de agua, escuelas, centros de atención médica, viviendas…

Además de fomentar la lucha de los revolucionarios y la unidad en el avance hacia el socialismo, el desarrollo de la educación, la salud, el deporte, la ciencia, la defensa del país, así como la profundización del internacionalismo.

A Fidel, legó el Apóstol su inmensa capacidad como estadista político, la destreza de hacer en cada momento y lugar lo más oportuno, sin adelantarse ni defraudar la conciencia política de las masas. Además, de  su total comprensión de que en la unidad está la fuerza, la convicción profunda de que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras, la capacidad de convertir los reveses en victorias, la habilidad como educador político, colosal cultura, optimismo en la victoria, visión universal, humanismo, compañerismo, ética, sensibilidad, visión aguda de los males del capitalismo y profunda vocación social.

Por eso es Fidel tan universal como el más universal de los cubanos, otro pensador mundial que cual similar orador, aglutinó con su verbo encendido, a los pueblos y hombres de buena voluntad.