El héroe que nació dos veces
Orlando Cardoso Villavicencio nació dos veces, ambas en el mes de agosto. La primera el día 31 del año 1957, cuando Rita lo trajo al mundo en su natal Camagüey y la segunda el día 23 del año 1988, cuando volvió a ver la luz del sol después de diez años, siete meses y un día de prisión en una cárcel de alta seguridad en Somalia.
En su mente todavía viven retazos de aquel momento en las cercanías de Harar, Etiopía, cuando resultó ser el único sobreviviente de una sangrienta emboscada. Él era entonces un joven veinteañero que cumplía con el deber del internacionalismo proletario.
Una espera larga e inhumana le aguardaba. Quizás para él en aquel momento hubiera sido preferible la muerte; entre aquellas cuatro paredes que lo asfixiaban y donde todo se le negó, solo había tristeza, silencio absoluto, carencia total de recursos.
Sin embargo la tragedia está siempre matizada con toques de esperanza. Hoy, a treinta y cinco años de su regreso a la Patria, mantiene su compromiso y fe en la Revolución, aquella con la que sostuvo dignamente su soledad.
El Villa, como lo conoce su pueblo, afirma que su cruel cautiverio le robó la juventud. Mirando desde otro punto de vista, esa década lo enriqueció como ser humano, reafirmó su conducta solidaria y lo vinculó para siempre con la música y la literatura, convirtiéndolo en un revolucionario cuyo ejemplo confirma que la libertad verdadera es la de la inteligencia y la del corazón.
«En este aniversario la Casa Editorial Verde Olivo lo honra y le da el cariño y el reconocimiento de su colectivo, mismo que le dispensan los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y todo nuestro pueblo, a quienes representa», expresó el coronel (r) Roque Ernesto Garrigó Andreu, director de la editorial.
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