El guerrillero entre nosotros
La memoria histórica de la hazaña desarrollada por el pequeño grupo guerrillero que lideró el Comandante Ernesto Guevara en el altiplano boliviano, comenzó a circular en Cuba a principios de julio de 1968.
Escrito durante la contienda desarrollada en ese país desde noviembre de 1966 a octubre de 1967, El Diario del Che en Bolivia muestra una introducción del Comandante en Jefe Fidel Castro donde devela que “[…] era costumbre del Che en su vida guerrillera anotar cuidadosamente en un diario personal sus observaciones de cada día […]”.
De esa manera, y aún sin proponérselo, al redactar ese valioso texto nuestro Guerrillero Heroico legó a la posteridad páginas que forman parte de la historia de la gran lucha por la emancipación de América.
Mas su faceta de constructor del socialismo y agudo analista supera esos conmovedores relatos. La presencia en el mundo y particularmente en Cuba hoy de Ernesto Guevara está latente desde su praxis y su pensamiento teórico, y nos sigue guiando en el camino hacia la construcción del socialismo al que aspiramos.
En las tareas más inminentes de la Revolución estuvo siempre como el primero. Su ejemplo personal, junto a un elevado compromiso en cada labor encomendada, nos legó el modelo de hombre nuevo al que cada cubano debe aspirar.
Apreciamos su ideario, uno de los más profundos y coherentes de la historia del pensamiento marxista, dotado de extraordinaria vigencia, con textos que adquieren contemporaneidad y se dirigen principalmente a los jóvenes, en cuyas manos está la continuidad de la revolución y el socialismo.
Y la juventud cubana, guevariana en su mayoría, asegura la perdurabilidad de su imagen, latente en los niños que aspiran a ser como él más allá de una consigna, en los jóvenes universitarios y comunistas, en los bisoños integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que fortalecen su vocación, con ejemplos como los del joven que llegó a la expedición del Granma, formó parte del Ejército Rebelde y se entregó a la humanidad como luchador internacionalista.
Entonces es más necesario que nunca compartir su pensamiento, diseminado en discursos, escritos, pero sobre todo en su ejemplar existencia, basada en un estricto sentido ético; pues cuanto pensó, dijo y escribió estuvo siempre entrelazado a su hacer cotidiano.
El Che marca nuestra historia y se vuelve imperecedero. Su lealtad a Fidel y a la Revolución como combatiente y estadista siempre fue guerrillera. Por eso está presente en el empeño de ser mejores revolucionarios y en el sueño de construir un mundo mejor.
Fuente consultada:
Revista Verde Olivo. Edición Especial. Año 58, número 4, agosto de 2017.
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