La Bayamesa: de la pólvora al símbolo

11 de Junio de 2025

El Himno de Bayamo es una obra musical admirable y profundamente conmovedora.Foto:Archivo Nacional de la República de Cuba

 

  

Dos brevísimas estrofas, y la melodía ―épica y memorable― se aprenden del mismo modo en que se sabe respirar. No es casual que tal historia, también legendaria, sea tan conocida como sus versos: bayameses enardecidos, el fuego de la ciudad, Perucho a caballo y la multitud cantando frente al ataque español. Sin embargo, el Himno de Bayamo, tal y como lo conocemos hoy, fue el resultado de un proceso de creación y transformación de más de tres décadas. Una historia conmovedora y profunda que por mucho tiempo tuvo tanto de leyenda y fábula; pero que, finalmente, la historiografía confirma y nos entrega para siempre.

 

La «marsellesa cubana» fue una encomienda que recibió Pedro Figueredo Cisneros, Perucho, poco tiempo antes del alzamiento en La Demajagua en 1868. El objetivo era contar con una pieza musical de guerra, un himno militar para enfrentar definitivamente al imperio español con todas las armas. El estreno de la obra, con instrumentación de Manuel Muñoz Cedeño, ocurrió el 11 de junio en el transcurso de las festividades del Corpus Christi, dentro y fuera de la Iglesia Parroquial Mayor de Bayamo. En esa ocasión no se interpretó con la letra, pero el acto de rebeldía que implicaba develar la pieza bajo la férrea mirada de las autoridades españolas fue la primera hazaña del himno.

 

No obstante, no pasaría mucho tiempo para que fuera cantado por primera vez en combate, el 20 de octubre del mismo año, durante la toma de Bayamo ―hecho que marcaría tal fecha como Día de la Cultura Nacional 112 años más tarde―; y para la publicación de sus versos en el número 4 de El Cubano Libre, órgano oficial del Ejército Libertador, bajo el título La Bayamesa. Himno patriótico.Con la revelación de la letra, ya no quedaba duda: sus estrofas eran más que poesía, eran instrucciones de combate disfrazadas de canción.

 

La lucha insurrecta en la manigua por diez años no hizo más que arraigar el canto de guerra como símbolo inigualable de las ansias de libertad de los cubanos. Al perderse la partitura original en el incendio de Bayamo en 1969, su melodía y letra fue transmitida de forma oral. La Guerra Grande fracasó, pero el himno continuaba más vivo que nunca.

 

Para 1892, sería Martí quien ―desde el exilio y en medio de los preparativos de la Guerra Necesaria― se diera a la tarea de recuperar el legendario canto para su difusión en América y Europa. Encargó al músico camagüeyano Emilio Agramonte (considerado por el Apóstol como un virtuoso y un gran patriota) la recopilación de las diferentes versiones orales y su transcripción al pentagrama con la idea de publicarla en el periódico Patria bajo el nombre La Bayamesa. Himno Revolucionario Cubano de Pedro Figueredo.

 

Al finalizar la guerra en 1898, la versión de Agramonte es orquestada e interpretada por la banda del maestro José Antonio Rodríguez Ferrer con motivo del recibimiento en La Habana de las tropas cubanas. Se recoge en investigaciones que realizó algunas adecuaciones y le incorporó una introducción instrumental con estilo marcial reafirmando su propósito como marcha de combate. Dos años más tarde, esta versión es oficializada e instituida como Himno Nacional de Cuba, e interpretada por la que sería Banda Municipal de la Habana bajo la dirección del brillante músico y maestro Guillermo Tomás.

 

Sin embargo, hasta ese momento se desconocía que una partitura inédita de La Bayamesa original, con puño y letra de Perucho Figueredo, había sido conservada desde 1969 por la niña camagüeyana Adela Morel. El manuscrito fue un obsequio del propio Perucho a petición de la pequeña; y no fue hasta 1912 que, en carta dirigida al sobrino del patriota, se hace pública la existencia del documento.

 

Para entonces la comparación entre ambas piezas concluyó que la versión de Agramonte y aún más la de Ferrer mostraban diferencias notables con el himno primario, pero que en definitiva respetaban los caracteres musicales originales. Expertos consideran que, de cualquier manera, la melodía inicial necesitaría tales cambios sustanciales para concebirse como Himno Nacional.

 

El Himno de Bayamo comenzó como una marcha militar compuesta bajo los primeros ardores revolucionarios, y se convirtió, al final del día, en emblema musical de las tradiciones de lucha de la nación cubana.Perucho Figueredo murió sin ver su obra convertida en símbolo, pero quizás sea ese el encanto: trascender la mera creación urgente para perpetuarse como obra común de todos los hombres buenos que habitan esta tierra.

 

Fuentes consultadas:

Jesús Gómez Cairo. Breve historia del Himno Nacional Cubano. Ediciones Museo de la Música, 2018.

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