Faro del Morro de La Habana: vigía de la memoria
«Con su faro como un cíclope encendido cual una lámpara eterna,
señala el horizonte de La Habana en la noche».
Eusebio Leal
Durante los tiempos coloniales la seguridad del tráfico marítimo era una necesidad de la corona española ante la gran cantidad de rutas de navegación entre la península ibérica y el nuevo continente. Cuba, por su condición insular y posición geográfica, contaba con alto número de naufragios cercanos a sus costas, lo cual representaba grandes pérdidas para una isla cuya economía dependía del comercio ultramarino.
Es así que la metrópoli impulsó la construcción de faros a lo largo de todo el archipiélago. Sin embargo, una de estas edificaciones reviste un simbolismo especial y una historia aún más atractiva: el Faro del Morro de La Habana.
Vigía de la entrada al puerto.
Su origen se remonta al siglo XVI ―incluso antes de la fundación del Castillo de los Tres Reyes del Morro― y está directamente vinculado a la Bahía de La Habana. Se comenzó, inicialmente, con un puesto de vigilancia que realizaba señales de fuego bajo demanda. Más tarde, se construyó una torre de mampostería. Su ubicación no era casual: dominaba la estrecha entrada de la bahía, punto crítico para el control militar y comercial.
Para la fecha en que el rey Felipe II ordena la construcción de la famosa fortificación (1589-1630), la torre quedaría integrada en su perímetro. Documentos históricos la describen como «un torreón de 12 varas de alto que llamaban “El Morrillo”».
De la leña al cristal: evolución del alumbrado.
Tras la toma de La Habana por los ingleses en 1762, la torre quedó seriamente dañada y su función desapareció por algún tiempo. Tres años después se continuaba utilizando la leña para el alumbrado, método que no era del todo efectivo, por el insuficiente alcance de la luz, hasta la aparición de la tecnología con aceite en 1819. Otros sistemas fueron empleados en adelante, aunque con sus imperfecciones. Sin embargo, en la década del 40 del xix se adoptó el sistema Fresnell, y el propio creador inspeccionó los trabajos de fabricación de la óptica, la que certificó como «uno de los aparatos más perfectos que se han fabricado». El complejo mecanismo produce dos destellos relámpagos de luz blanca en quince segundos con un alcance de 16 millas náuticas.
Inmediatamente comenzaron las obras de construcción de la actual torre, con un diseño circular y elevación de 44 metros que culmina en una amplia cúpula de cristales. Fue así que la construcción de uno de los faros más avanzados de la época se dio por terminada el 21 de junio de 1845, y se encendió por primera vez un mes más tarde.
Hoy en día, el Faro del Morro de La Habana es uno de los quince que se mantiene en vigilancia. Es considerado uno de los más importantes de América, Patrimonio de la Humanidad y emblema de la capital. Su torre ha permanecido por más de cinco siglos como testigo indeleble del paso del tiempo. Vigía de un litoral cargado de memorias.
Fuentes consultadas:
Entrevista a especialistas del Parque Histórico Militar Morro – Cabaña.
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