Navarro Luna: como se escoge una flor
«Tienes que escoger tu muerte / como se escoge una flor».
Manuel Navarro Luna
Manuel Navarro Luna (Jovellanos, 1894 — La Habana, 1966) fue un extraordinario poeta y periodista cubano. Nacido en territorio matancero, su infancia y gran parte de su vida transcurrió en Manzanillo, donde se insertó desde muy joven en la intensa vida intelectual y revolucionaria de la ciudad.
Una curiosidad histórica revela que su padre fue capitán del Ejército Español y su abuelo materno coronel del Ejército Libertador. Sin embargo, esta aparente discrepancia se esclarece ante el hecho de que su padre fue asesinado por simpatizar con la causa de la independencia de Cuba. Por tanto, no es casual que las primeras inquietudes poéticas de Navarro Luna tuvieran una inclinación profundamente patriótica.
De su madre aprendió el trabajo noble y humilde. Fue limpia botas, buzo, barbero, mozo de limpieza, sereno y también músico. A pesar de abandonar la escuela, fue un autodidacta consagrado al estudio y las lecturas. De una cultura vasta e inteligencia sagaz, el joven Navarro Luna rápidamente consiguió publicar sus primeros textos en revistas y periódicos locales como Penachos,Céfiro, Orto, La Montaña, La Tribuna y El Debate.
En adelante fue tan prolífica su creación literaria como sus actividades revolucionarias. Creía en el ideal socialista que se iba gestando en tierras cubanas, y del cual fue un apasionado difusor. Muchos de sus versos, de carácter social, fueron abiertos manifiestos políticos de la época. Estos afanes le valieron la cárcel más de una vez. No obstante, sus textos iban adquiriendo mayor madurez y compromiso.
Desde su primer libro, Ritmos Dolientes (2019), acogió en su obra la realidad que le angustiaba. Retrató la pobreza y el desamparo nacional desde una sensibilidad intimista y a la vez digna; sencillamente porque Navarro Luna no fue un simple espectador, él también formaba parte de la perversa maquinaria social que se tragaba a Cuba.
El poemario Surco (1928) es considerado el primer libro vanguardista de la literatura cubana, ampliamente estudiado por su carácter transformador de la poesía de la isla. Su tránsito del modernismo inicial al movimiento de vanguardia, con énfasis en sus derivaciones de estilo social, valió para generar interesantes aportes a la historia de la poesía popular.
En voz de su amigo Nicolás Guillén, Navarro fue «el poeta universal, telúrico, construido de sangre propia y ajena […] supo tener alas cuando ellas fueron útiles, y plomo en los pies cuando hubo que andarse con paso firme por un camino lleno de asechanzas. Por eso es un poeta de cuya obra fluye la vida que se halló en los caminos de la patria y que su poesía nos devuelve como la tibia leche de una ubre».
Para 1959, se integró y participó diligentemente en los procesos de reconstrucción social. Continuó creando y publicando, recorrió Cuba entera con su palabra y su obra infinita. Pero no pasaría mucho tiempo para que sus manos descansaran, por primera vez, de la urgencia de escribir. El 15 de junio de 1966 una larga afección cardiovascular apagó su voz. Para entonces la literatura cubana exploraba otros rumbos,perosu poética ya había echado raíces.
Guillén concluyó al respecto: «Navarro no está con nosotros, sino en nosotros. […] Aunque los años pasen y se amontonen en siglos, esta voz resonará impetuosa. Marcará uno de los momentos más profundos de la lírica cubana y también más altos. Que en esa correlación entre lo que es abismo y cúspide está la poesía de quien no solo fue un gran artista, sino un gran hombre».
Y que volver a sus versos sea siempre asumir la vida como el poeta asumió la muerte: como quien escoge una flor…
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