Insisto: una acción combativa es más o menos importante en dependencia de su repercusión política. Existen unas cuántas poco conocidas a pesar de las grandes masas de hombres que en ellas han participado y de la cantidad de medios empleados; sencillamente porque —desde el punto de vista político— no han sido significativas. O sea, no han ocasionado cambios de gran o mediana envergadura dentro de la guerra o de la revolución en la que se han producido.

La emboscada de Arroyo del Infierno (también conocida como Llanos del Infierno) realizada el 22 de enero de 1957, cinco días después del combate de La Plata; es un ejemplo de acción combativa pequeña, pero muy significativa.

Fue la segunda victoria del Ejército Revolucionario 26 de Julio (nombrado Ejército Rebelde a partir del 3 de mayo de 1958 por uno de los acuerdos de la reunión de Altos de Mompié). Es una obra maestra del Arte Militar cubano. Demostró la efectividad de la táctica guerrillera de "muerde y huye" y de atacar columnas en movimiento.

Además, en esta acción recibió un duro golpe la tropa encabezada por uno de los más capaces, inescrupulosos y sanguinarios jefes militares del ejército batistiano: Ángel Sánchez Mosquera. ¹

La tropa guerrillera —con 29 combatientes, 18 de ellos expedicionarios del Granma— estaba integrada por personajes muy queridos por el pueblo cubano. Entre ellos: Fidel, Raúl, el Che, Camilo, Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo García; Julito Díaz, Efigenio Ameijeiras, Calixto García Martínez, Faustino Pérez y Ciro Redondo. Un pelotón donde estaba concentrado lo que más valía y brillaba en el naciente ejército guerrillero.

Este combate levantó mucho la moral de la tropa. Ya se había combatido contra un enemigo acuartelado en La Plata. Y ahora contra una columna en movimiento a la cual le causaron cinco muertos de la vanguardia, capturaron un fusil Garand y varias decenas de cartuchos. El primer disparo lo realizó Fidel, luego un infierno de metralla llovió sobre los batistianos. Los rebeldes se retiraron sin bajas.

Al respecto, el Che diría en Pasajes de la guerra revolucionaria: “[…] ahora derrotábamos una columna en marcha superior en número a nuestras fuerzas y se pudo experimentar la importancia que tiene en este tipo de guerra liquidar las vanguardias, pues sin vanguardia no puede moverse un ejército”.

El 20 de enero de 1981, en Guisa, Fidel también emitió su opinión: “Muchas veces íbamos a los combates no para matar soldados, íbamos […] para buscar armas, armarnos era el objetivo fundamental. […] Nosotros medíamos el éxito de las operaciones por el número de armas que ocupábamos”.

Con este combate el Ejército Rebelde sumó su segundo triunfo consecutivo de extraordinaria importancia. Demostró que el combate de La Plata no había sido obra de la casualidad, sino el resultado consciente y decidido de luchar por la libertad con el empleo del método de lucha irregular.

El combate de Llanos del Infierno da comienzo a la segunda etapa de la guerrilla con la creación de la Columna Uno, que abarca desde el 22 de enero de 1957 hasta la acción combativa del Uvero, el 28 de mayo de 1957.

Referencias:

1. Ángel Sánchez Mosquera ingresó en el ejército como soldado en 1945. Ascendió a oficial en 1949. Cursos: Escuela de Aspirantes a Oficiales (1947-1949), C. BAEM (1953), The Infantry School, Fort Bening, curso Asociate Infantry Company Officer, Curso 7-DE-6 de paracaidista en 1954. Ocupó los cargos de jefe de compañía, batallón y regimiento en la zona de operaciones de Oriente. Fue el oficial que más acciones combativas registró en su expediente durante la Guerra de Liberación Nacional. Fue el que llegó más cerca de la Comandancia de La Plata, a solo tres kilómetros. A partir del combate de Arroyo del Infierno se mostró como un asesino. Siendo comandante estuvo al frente de las fuerzas que combatieron en Mar Verde (29 de noviembre de 1957) y en Altos de Conrado (8 de diciembre de 1957) contra las tropas del Che. En octubre de 1957 fue jefe del primer batallón subordinado al coronel Ugalde Carrillo, jefe de la zona de operaciones de Oriente. Fue ascendido a teniente coronel como jefe del batallón 11 para la ofensiva del verano de 1958. Poco después se le subordinó también el batallón 22. Su rápido avance fue frenado en la primera batalla de Santo Domingo (del 28 al 30 de junio de 1958). En la segunda batalla de Santo Domingo (del 25 al 28 de julio de 1958) resultó gravemente herido. Quedó inválido por el resto de su vida.