¡Abajo Machado!, era el clamor de los cubanos los primeros días del mes de agosto de 1933 cuando se desencadena en todo el país una huelga general revolucionaria que derrocó la tiranía de Gerardo Machado.

Desde 1925 y hasta su derrocamiento revolucionario en 1933, gobernó en Cuba Gerardo Machado, solución que los grupos de poder encontraron para preservar el sistema en las condiciones de crisis. Sin embargo, su programa se desmoronó una vez que comenzó la crisis capitalista de 1929-1933.

La gravedad del caso en la Isla residió en lasimultaneidad de la crisis económica mundial con la estructural de la economía cubana, y la azucarera. Esta situación se agudizó con el tiempo porque los términos del Tratado de Reciprocidad Comercial concertados con los Estados Unidos impedían la diversificación económica (monoproducción, monoexportación).

No es difícil entender entonces las devastadoras consecuencias que trajo el estancamiento azucarero para el resto de la economía y sus repercusiones en el plano social. El machadato también asistió a una crisis política, al pretender mantenerse en el poder mediante una reforma y la represión generalizada para controlar la inquietud popular.

Con la huelga del 20 de marzo de 1930 y la celebración del primero de mayo de ese año, los estudiantes y los obreros demostraron su capacidad como una de las fuerzas motrices del proceso que se iniciaba con las llamadas jornadas revolucionarias.

Mientras, los obreros en estas protestas no sólo abogaron por demandas económicas particulares sino que pasaron a la lucha política al exigir la legalización de sus organizaciones: la Federación Obrera de La Habana (FOH) y la Confederación Nacional de Obreros de Cuba (CNOC).

La ola revolucionaria tenía un ímpetu arrollador. Los días de la dictadura estaban contados. Cuba vivía una situación revolucionaria y para el imperialismo: Machado no podía continuar en el poder. En medio de esta situación fue enviado al país un nuevo embajador yanqui: Benjamín Summer Wells.

Mientras Summer debatía los términos de su arreglo, subestimando al pueblo, tuvo lugar un paro de trabajadores de los ómnibus de La Habana. Este fue el inicio de una ola de huelgas que se extendió por todo el país y Rubén Martínez Villena, desde la clandestinidad, participó en la dirección del movimiento huelguístico.

Machado recrudeció el terror ametrallando al pueblo en las calles de La Habana el 7 de agosto, pero no pudo contener la huelga. El 12 de agosto, la huelga general había ganado en extensión y profundidad. El grito unánime de ¡abajo Machado! condujo a la caída del tirano y ese mismo día huyó del país.

La fecha marcó un momento prominente en la lucha del pueblo cubano yse corroboró cuán necesaria era la unidad para alcanzar la definitiva independencia.