Julio Antonio y Tina: amor en revolución (III)
Algo fecundo y grande
«Me considero una fotógrafa, nada más,
y si mis fotografías se diferencian
de lo que generalmente se hace en este terreno,
es porque justamente trato de no producir arte,
sino fotografías honestas sin trucos ni manipulaciones…».
Tina Modotti
(«Sobre la fotografía», manifiesto de una exposición suya en la UNAM, diciembre de 1929)
La intensa relación entre Tina y Weston en México, fue apagándose con el tiempo. Permaneció la amistad y el interés mutuo por la fotografía. La joven italiana lograba excelentes instantáneas. Sobre una imagen captada por ella en el monasterio de Tepotzotlán durante la Semana Santa de 1924 –«Interior de iglesia»–, escribió en su diario el prestigioso fotógrafo norteamericano: «Está muy feliz y lo puede ser. Yo mismo estaría satisfecho si la hubiera hecho». La foto se publicó con elogios en «El Universal Ilustrado». Tina y Weston expusieron juntos al menos una vez. De igual a igual. Idéntica cantidad de obras cada uno. Cuando Edward volvió definitivamente a los Estados Unidos, continuaron enviándose cartas. Ya ella recibía pedidos de revistas especializadas –«Mexican Folkways», por ejemplo– que valoraban su aguda y personal mirada tras el lente. Le encargaron fotografiar las obras de los tres grandes muralistas mexicanos: José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera. Para el mural de este último en la capilla de la escuela agrícola de Chapingo, posó desnuda, en toda la belleza de su cuerpo. Tina fue amiga de Frida Kahlo, la célebre pintora y compañera sentimental de Diego Rivera, y conoció al cineasta soviético Serguéi Eisenstein, realizador de «El acorazado Potemkin», y al poeta Pablo Neruda, futuro premio Nobel de Literatura, en su etapa como cónsul general de Chile en el país azteca. Trató a buena parte de la intelectualidad mexicana de esa época. Gente de ideas avanzadas, de izquierda, comunistas. Un entorno que le resultó afín.
Julio llegó a México en 1926. De inmediato, desarrolló una actividad febril. Ese mismo año, hizo efectivo su ingreso al Partido Comunista Mexicano. Participó en actos de protesta contra la injusta condena aplicada en Estados Unidos a los obreros italianos Sacco y Vanzetti. Publicó textos suyos sobre Cuba y Martí. En 1927, asistió en Bruselas al Congreso Mundial contra la opresión colonial y el imperialismo. Visitó la Unión Soviética. También París. Fueron cada vez más frecuentes sus discursos en mítines del partido, y de apoyo a la lucha guerrillera de Sandino en Nicaragua. Continuó publicando sus escritos en la prensa. Inició una estrecha colaboración con «El Machete», órgano del Partido Comunista Mexicano. Fundó la Asociación de los Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC), con el objetivo estratégico de planear una expedición armada a la isla para derrocar al tirano Machado. En 1928, matriculó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a fin de continuar sus estudios de derecho. Allí, creó la Asociación de Estudiantes Proletarios y su periódico «Tren Blindado». Cada paso suyo, era espiado y puesto en conocimiento del «asno con garras».
La afinidad de Tina con los comunistas mexicanos, devino militancia. Y la amistad con uno de ellos, el pintor muralista Xavier Guerrero, se transformó en amor. Cuando él marchó a la Unión Soviética para un curso partidista de tres años, los ahorros de ella sufragaron el pasaje. Quedó sola, casi sin recursos, pues aunque gozaba de prestigio como fotógrafa profesional, invertía mucho tiempo en pedidos de la causa. Son muy conocidas sus imágenes de ese período correspondientes a la serie «Símbolos de la Revolución», sus «cristos crucificados y cristos vivientes», su perspectiva sobre los contrastes entre ricos y pobres, miradas y gestos de niños, campesinos e indios. «Manos con pala», por ejemplo, es un clásico. Colaboraba asimismo como traductora de inglés e italiano para «El Machete» y, en su modesto apartamento de la Colonia Juárez, centro de reuniones del partido, alojaba a compañeros de otros países que no podían cubrir el hospedaje o viajaban clandestinos. Las vidas de Tina y Julio estaban a punto de cruzarse.
Fuentes:
- Dumpierre, Erasmo: Julio Antonio Mella. Biografía. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1977.
- Contrera, Nelio: Julio Antonio Mella. El joven precursor. Editora Política. La Habana, 1987.
- Pulido Llano, Gabriela; y Moreno Rodríguez, Laura Beatriz: El asesinato de Julio Antonio Mella. Secretaría de Cultura de México. Instituto Nacional de Antropología e historia. Ciudad de México, 2019.
- Hernández Serrano, Luis: Mella: muerte en flor. Juventud Rebelde, 9 de enero de 2014.
- Elizalde, Rosa Miriam: Llueve en la calle donde murió Julio Antonio Mella. Cubadebate, 18 de septiembre de 2014.
- Barckhausen-Canale, Christiane: Verdad y leyenda de Tina Modotti. Ediciones Casa de las Américas. La Habana, 1989.
- Poniatowska, Elena: Tinísima. Ediciones Era. Ciudad de México, 1992.
- De la Calle, Ángel: Modotti. Una mujer del siglo XX. Edición de Casa de las Américas, Para Leer en Libertad AC y Rosa Luxemburg Stiftung. Ciudad de México, diciembre de 2019.
- Acosta Damas, Maribel: Tu pañuelo verde para cuando vuelvas, Tina. Resumen Latinoamericano, 5 de enero de 2023.
- Museo Nacional de Arte de México: Tina Modotti.
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