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Una carta sorprendente llegó a la oficina de los patriotas cubanos en Nueva York: la noticia de un aparato que podía volar y bombardear al ejército enemigo. ¿Existía ese aparato en 1893? Un joven revolucionario, burlando la vigilancia del régimen español, había creado el velocípedo aéreo y lo ofrecía, como todo su talento, para liberar a Cuba. Era Arturo Comas Pons, ingeniero agrónomo, periodista, inventor y dibu- jante, quien escribió a Martí sabiendo que organizaba la Guerra Necesa- ria. En su honor, los dos aviones construidos en Cuba, cien años después, llevan por nombre Comas 1 y Comas 2, uno de los cuales se exhibe en el Museo del Aire en La Habana.

El general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, después de treinta años de su salto al espacio cósmico, narra sus vivencias fuera del globo terraqueo y como cubano, desde su infancia en el natal Guantánamo, como piloto de guerra y cosmonauta investigador.El general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, después de treinta años de su salto al espacio cósmico, narra sus vivencias fuera del globo terraqueo y como cubano, desde su infancia en el natal Guantánamo, como piloto de guerra y cosmonauta investigador.

Hace ya 171 años, en la calle de Paula —hoy Leonor Pérez—, nació un niño que estaba destinado a convertirse en el más universal de todos los cubanos. Su extraordinaria inteligencia le permitiría saltar por encima de los límites que su humilde cuna le trazaba; conquistar la amistad y el aprecio del poeta y maestro Rafael María de Mendive, director primero de la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal para Varones y después, del colegio San Pablo, en cuya casa era como un hijo y en cuya escuela pudo estudiar la enseñanza media, para luego, ya en España, realizar sus dos carreras universitarias—Derecho y Filosofía y Letras—, y a lo largo de toda su vida adquirir una vasta y variada cultura.

Si tuviste la oportunidad de leer la primera parte de esta obra, bien por ti, porque tendrás en tus manos, en tu memoria y en tu corazón la vida de un ser que fue un niño y un joven extraordinario, tanto, que se convirtió en nuestro Héroe Nacional. Si no fue así, en este tomo tendrás, al menos, el florecer de esa vida y ¡te lo aseguro!, encontrarás muchas informaciones que te resultarán útiles y te permitirán comprender mejor por qué una persona que murió hace ya tanto tiempo, sigue aún tan viva. ¡Buena lectura!

El beso de Cuba, llamaba a la marca en su labio superior: fue una herida que recibió en combate. Flor Crombet (nacido en El Cobre, Santiago de Cuba, 17 de septiembre de 1851) casi desde niño se entregó plenamente a su Patria. Por su valor e inteligencia ganó la confianza de Antonio Maceo, Máximo Gómez y José Martí. Participó en la Protesta de Baraguá. Para or- ganizar la Guerra Chiquita, viajó a Estados Unidos, al regresar fue detenido y enviado a España. Allí sufrió prisión 23 meses, pero logró escapar y se estableció en Costa Rica. Para reiniciar la Guerra Necesaria, dirige la expedición de la goleta Honor, que con Antonio y José Maceo, desembarca el 1 de abril de 1895 por Duaba (Baracoa). Cerca del lugar, cayó combatiendo diez días después. Flor tiene un noble corazón, −afirmó Martí. Y su vida deslumbra como fuego intenso, maravilloso.

José Martí: un cubano a prueba de grilletes... a prueba de grilletes... Estoy segura de que bien sabes que nuestro Martí, casi un niño, fue condenado a trabajos forzados y que cada día, con grilletes y cadenas, caminaba desde el presidio en La Punta hasta las canteras de San Lázaro antes del amancer y desde estas de nuevo hacia el presidio ya en la noche... Está claro por qué “a prueba de grilletes”; pero ¿de quién es la frase que así lo cataloga? Pues, te cuento: cuando Martí, decidió entregar su vida a la causa de la independencia de Cuba fue seguido con entusiasmo por muchos, pero no por todos. Algunos dudaban de que pudiera conducirlos a una nueva guerra quien aún no había combatido en el campo de batalla. Sin embargo, Máximo Gómez Báez confió en Martí y su confianza estimuló la de muchos otros. Así lo expresó, tan temprano como en septiembre de 1882, en carta al patriota Fernando Figueredo Socarrás: "Yo opino, como amante leal y desinteresado de la independencia de Cuba, que no debe darse un paso que pueda desconcertar los trabajos iniciados con tan buen éxito con Martí. Cualquier ligero desacuerdo en las formas, eso no implica nada, lo que se busca en asuntos tan serios y graves es el fondo. —¿Quién es Martí para atreverse a tanto?, pensarán algunos y yo les digo: 'un cubano a prueba de grilletes por ser cubano cuando apenas tenía bigotes'”. He ahí una buena credencial "¿Qué no se ha batido en los campos gloriosos de la patria? Pero puede batirse ¿Y acaso solamente los que tiran tiros pueden y deben ser los depositarios de la confianza pública? Pobres entonces y dignas de compasión las naciones donde los hombres razonan de semejante modo". En esas palabras del Generalísimo podrás, sin duda, hallar el espíritu de este libro.

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