Libros

 

Camilo Cienfuegos ha sido motivo para la aspiración de niños, obreros, campesinos, artistas, quienes han expresado en pinturas, videos, cartas, poemas, todo el cariño y respeto que le profesan. El autor, poeta, ensayista e investigador, regala cincuenta décimas que dejan escapar el sentimiento sincero para acercar al lector al comandante leal y valiente, al hombre tierno, alegre y justo en su andar, al combatiente que aún en otra dimensión mantiene insomne la mirada en su Yaguajay amigo, mirada que recorre llanos y montañas y que sus gentes, en un susurro de complicidad le dicen Porque estás vivo te canto.

Reto a la soledad

 

 

El 22 de enero de 1978 Orlando Cardoso Villavicencio, entonces teniente de las FAR, fue herido en las cercanías de Harar, Etiopía, mientras cumplía una misión internacionalista. Único sobreviviente de una sangrienta emboscada, sufrió una larga, cruel e inhumana encarcelación en una prisión somalí y se convirtió en el prisionero de guerra más antiguo del mundo en su momento.

Este título posee un encanto singular, la tragedia está siempre matizada por un toque de esperanza, y la crítica fluctúa entre el juicio severo y el bondadoso perdón. Las memorias de este combatiente desbordan, entre sus líneas, la nobleza humana de un joven que nos deja admirados ante su hazaña que —al decir de Fidel— es “[…] un triunfo sobre las ideas más oscuras y retrógradas”.   

 

 

 

 

Para entender este libro, basta con analizar un hecho en particular, y el resto de las páginas —lo confieso—, solo sería una reiteración, una especie de “déjà vu”, de algo que se repite y se repite, aunque cambie de idioma, de país, y hasta de gobierno.

 

 

 Otra historia de vida llena las páginas de un nuevo libro de Oscar Ojeda Nerey, esta vez su protagonista es el Abuelo Silva Tablada. El cariño que encierra el seudónimo cuenta del respeto a sus años, a su salud agrietada y experiencia profesional con que era tratado y    admirado por sus compañeros. Luis Alfonso Silva Tablada es su nombre.

 

Es el fruto de una conversación de la familia González-Cupull, que hizo aquella noche infinita. Fueron horas de remembranzas de cuando, en 1988, Liván —el segundo de sus hijos, «el mediano»—, como a él le gusta decir: cumplió misión internacionalista en la República Popular de Angola. 

 

El texto es un reflejo del amor de padres e hijos, aun cuando miles de kilómetros los separan se siente la cercanía a través de la correspondencia; este no puede ser un epistolario más sino la preocupación constante de cuan cerca del peligro podía estar el mediano de la familia.

 

 Esta obra recorre tiempos en que la joven nación angolana enfrentaba la voracidad de poderosas fuerzas enemigas representadas en la alianza de la Sudáfrica racistas y el vendepatria Savimbi, apoyadas por la principales potencias imperialistas. El autor, al contar la historia de Aquellos días en el recuerdo estremecedores episodios, desvela el tesonero empeño de los asesores militares cubanos, junto a las fuerzas armadas de la República de Angola en el periodo 1981-1983. 

 

Tiene un valor histórico que realza el recuerdo de tan gloriosa epopeya escrita con la sangre de cientos de miles de combatientes internacionalistas cubanos, codo a codo con sus hermanos angolanos.

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