Donde la tierra se anegó en sangre

17 de Mayo de 2025

Caída en combate de José Martí. Óleo de Esteban Valderrama

Como su deber le mandaba, el Apóstol se había lanzado al combate y caído, de cara al sol. En Dos Ríos, tres balas españolas derribaron de su fogoso caballo al mayor general José Martí, quien cayó herido de muerte, entre un dagame y un fustete.1 La tierra cubana que recibió su cuerpo se anegó en sangre. Su cadáver cayó en manos del enemigo y no pudo ser rescatado, a pesar de que los insurrectos lo intentaron una y otra vez.

 

Sus restos mortales fueron sepultados sin ataúd, con el cuerpo de un soldado enemigo encima y luego de que los españoles lo saquearan, en el cementerio del poblado de Remanganagua, donde permanecieron por tres días en contacto directo con la tierra. Después, una vez que los hispanos comprobaron la jerarquía del fallecido, su cuerpo fue exhumado, colocado en un ataúd y exhibido públicamente en la estación de San Luis, desde donde se le trasladaría a Santiago de Cuba. El 26 de mayo, llegó su cadáver a Santiago y, el 27, ocho días después de su caída en combate, se le dio sepultura en el nicho 134 de la galería sur de la necrópolis de Santa Ifigenia.

 

El sitio exacto de su caída en combate había sido identificado por el campesino José Rosalío Pacheco, quien veneraba a Martí e, incluso, había recogido y conservado en un frasco de cristal la tierra anegada en la sangre del héroe, que enterró en el sitio.

 

Posteriormente, Enrique Loynaz del Castillo2 recibió la encomienda de localizar el lugar de su muerte y, junto con Rosalío, marcó el lugar con una cruz de caiguarán.

 

Poco después del primer aniversario de su muerte, el 9 de julio de 1896, con el propósito de rendir honores a Martí, más de trescientos mambises comandados por Máximo Gómez —también iba con ellos Fermín Valdés-Domínguez— se dirigieron al lugar. En el trayecto, se ordenó que cada hombre recogiera una piedra del río Contramaestre. Una vez llegados al sitio, que estaba cubierto de yerba de guinea, el Generalísimo indicó dejar limpio aquel pedazo de tierra cubana. A continuación cada uno de ellos, con solemnidad y en orden jerárquico, fue dejando caer su piedra, hasta que formaron un pequeño túmulo, «un mausoleo a piedra viva».3

 

Muy emocionado habló Gómez, quien recordó aquel día funesto para la Patria y se refirió a que el héroe«[…] fue a la muerte con toda la energía y el valor de un hombre de voluntad y entereza indomables».4También habló Fermín, quien aseveró «[…] que aquel modesto monumento sería el altar donde habíamos de venir a cantar el himno de la victoria […]».5

 

Así fueron el primer homenaje y el primer monumento a José Martí. Las piedras colocadas por Máximo Gómez y sus compañeros de armas posteriormente se utilizaron como base para fundir el obelisco actual, inaugurado el 20 de mayo de 1913. Después sufrió algunas transformaciones. Está fundido en concreto, tiene 16 m2en su base y 10 m de alto. Fue declarado Monumento Nacional el 6 de junio de 1978.

 

El héroe que levantó la guerra necesaria no pudo permanecer impasible ante el fuego de la lucha. Estaba convencido de que esa era «tarea de grandes»6 y se sentía grande, inmenso en su amor a la Patria y su disposición al sacrificio.

 

Con su muerte, perdió Cuba al más lúcido de sus hijos, al combatiente, al organizador, al político, al maestro, al escritor, al periodista, al hombre culto y capaz que había echado sobre sus hombros la guerra necesaria y calado, como nadie, en la esencia rapaz del imperialismo yanqui.

 

Referencias

1El dagame (Calycophyllumcandidissimum) es un árbol común en toda la Isla, que se utiliza para bajar la fiebre y contra la diarrea. El fustete (Chlorophoratinctoria) es un árbol indígena, común en toda Cuba y propio de terrenos calcáreos, pedregosos, cercanos a las costas altas y secas.

2Terminó la guerra como general de brigada del Ejército Libertador. Autor de la letra del “Himno Invasor”. Amigo y auxiliar de José Martí y Antonio Maceo.

3Máximo Gómez: Diario de campaña, Edición del Centenario, Instituto del Libro, La Habana, 1968, p. 309.

4El Cubano Libre, 19 de mayo de1897, cit. por Omar López y Aida L. Morales: Piedras imperecederas. La ruta funeraria de José Martí, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1999, p. 38.

5Ibidem.

6José Martí: “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano”, Patria, 17 de abril de 1894, en Obras completas, t. 3. Centro de Estudios Martianos, Colección digital, La Habana, 2007, p. 143.

  • Obelisco actual.: Portal del Ciudadano de Jiguaní

  • Ruta de José Martí. Al fondo se aprecia el obelisco. Foto: Juventud Rebelde

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