“La real capacidad de un revolucionario se mide en el saber encontrar tácticas revolucionarias adecuadas en cada cambio de la situación, en tener presente todas las tácticas y en explotarlas al máximo. Sería un error imperdonable desestimar el provecho que puede obtener el programa revolucionario de un proceso electoral dado del mismo modo que sería imperdonable limitarse, tan sólo a lo electoral y no ver los otros medios de lucha armada para obtener el poder, instrumento indispensable para aplicar y desarrollar el programa revolucionario”.

Ernesto Guevara de la Serna

Corría el año 1955 cuando Ernesto Guevara conoció en México a Fidel y Raúl Castro Ruz, previo a la expedición revolucionaria hacia la Isla. Después de entablar una fuerte amistad con los hermanos, Guevara, se unió al grupo como médico y desembarcó con ellos en territorio cubano.

Una vez instalada la guerrilla en la Sierra Maestra, el Che dirigió una de las columnas invasoras hacia el occidente del archipiélago, dirigió la crucial batalla por la toma de Santa Clara y finalmente entró en La Habana en 1959, con el fin de la dictadura de Fulgencio Batista.

El Triunfo de la Revolución trajo para él numerosas responsabilidades. Entre sus cargos figuran: jefe de la Milicia, director del Instituto de Reforma Agraria, presidente del Banco Nacional, ministro de Economía y, finalmente, ministro de Industrias.

Su inquietud revolucionaria lo hizo salir de Cuba en secreto en 1965, y marchar al Congo, donde apoyó la lucha del movimiento armado, convencido de que era el único método eficaz contra el imperialismo.

Me despido de tu pueblo, que ya es mío

Después de hacer entrega formal de sus cargos en el Estado cubano, lanzó un levantamiento de ámbito continental y, valorando la posición estratégica boliviana, eligió aquel país como centro de operaciones para ubicar una guerrilla, con el objetivo de irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay. Guevara y un grupo de combatientes viajaron clandestinamente a Bolivia para iniciar las acciones, internándose en terreno montañoso.

Pocos meses después el ejército los detectó y empezó una intensa persecución. Para eludirla, el estratega dividió la columna en dos, pero jamás pudo reagruparla. Su diario indica que para fines de agosto, los 22 integrantes de su grupo estaban fatigados, y que el día 31 del propio mes la segunda tropa fue aniquilada al cruzar un río.

“Fue, sin lugar a dudas, el mes más malo que hemos tenido en lo que va de guerra. La pérdida de todas las cuevas con sus documentos y medicamentos fue un golpe duro, sobre todo sicológico.

La pérdida de dos hombres en las postrimerías del mes y la subsiguiente marcha a carne de caballo desmoralizó a la gente, planteándose el primer caso de abandono, el Camba, lo que no constituye sino una ganancia neta, pero no en esta circunstancia.

La falta de contacto con el exterior y con Joaquín y el hecho de que prisioneros hechos a éste hayan hablado, también desmoralizó un poco a la tropa. Mi enfermedad sembró la incertidumbre en varios más y todo esto se reflejó en nuestro único encuentro, en que debíamos haber causado varias bajas al enemigo y sólo le hicimos un herido. Por otra parte la difícil marcha por las lomas sin agua, hizo salir a flote algunos rasgos negativos de la gente. Seguimos sin contacto de ninguna especie y sin razonable esperanza de establecerlo en fecha próxima. Seguimos sin incorporación campesina, cosa lógica además si se tiene en cuenta el poco trato que hemos tenido con éstos en los últimos tiempos. Hay un decaimiento, espero que momentáneo, de la moral combativa. El Ejército no aumenta su efectividad ni acometividad. Estamos en un momento de baja de nuestra moral y de nuestra leyenda revolucionaria. Las tareas más urgentes siguen siendo las mismas del mes pasado, a saber: Restablecer los contactos, incorporar combatientes, abastecernos de medicina y equipo. Hay que considerar que despuntan cada vez más firmemente como cuadros revolucionarios y militares Inti y Coco”.¹

En una escuela de La Higuera

El 26 de septiembre de 1967, las huestes enemigas emboscaron al resto de los guerrilleros cerca del poblado de La Higuera. Varios cayeron en combate y el Che quedó herido en una pierna. El 8 de octubre, es capturado y trasladado a la escuela del pueblo junto a tres compañeros.

Al día siguiente, llegó en helicóptero "el capitán Félix Ramos", vistiendo un uniforme del ejército boliviano, para encargarse de los prisioneros, los cuales fueron asesinados dos horas más tarde.

Las armas y equipos empleados en la ejecución fueron fabricadas en los Estados Unidos y el "capitán Ramos" era en realidad Félix Rodríguez, un viejo agente de la Agencia Central de Inteligencia.

Desde su paso a la inmortalidad, el Che, es un símbolo de resistencia al sistema opresor y al imperio.Sus ideas fueron siempre las de una América Latina independiente, así entonces, entre sus cualidades revolucionarias más destacables encontramos su pasión por la justicia, su humanismo, y la estructuración integral que alcanzaron sus ideas políticas, económicas y militares.

En el contexto de crisis por el que atraviesan los países occidentales centrales y, con una alianza latinoamericana cada vez más fuerte, la figura del Che es la bandera que agrupa todos los deseos de vivir en una Latinoamérica unida y soberana.

Referencias:

¹  Diario del Che en Bolivia (1966-1967), Editorial Ocean Sur, página 146.