24 de febrero: José Martí y el estallido redentor

24 de Febrero de 2024

Ilustración: Luis Bestard Cruz

El fracaso del Plan de Fernandina1 estimuló a los patriotas, que entendieron la labor realizada «en silencio» por José Martí. No era fácil entender cómo se habían podido obtener tales recursos en las mismas narices del espionaje español y norteamericano; los enemigos de la Revolución se percataron, demasiado tarde, de que la labor del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y de su delegado, iba muy en serio. No obstante, se había perdido el factor sorpresa y, a la larga, eso repercutiría, pues no podría desarrollarse la guerra breve y rápida que se había preparado. Aunque en el plan se había invertido la fabulosa cifra de 65 000 dólares, en ese instante, el Apóstol se vio sin fondos y urgido de dar inicio a la guerra.

 

El 29 de enero envió a Cuba la Orden de Alzamiento —firmada, además, por José Mayía Rodríguez y Enrique Collazo—, donde se indicaba dar inicio a la contienda de forma simultánea y fijar el estallido revolucionario para la segunda quincena de febrero. La orden llegó a manos de Juan Gualberto Gómez, quien junto con los principales conspiradores determinó que la fecha sería el 24 de febrero.

 

Mientras tanto, Martí partiría hacia Santo Domingo para reunirse con Máximo Gómez y, juntos, marchar hacia la manigua insurrecta. El 30 de enero de 1895, salió de Nueva York en el vapor inglés Athos,2 con rumbo a Port-au-Prince y con escala en la isla Fortuna, acompañado por Mayía Rodríguez, Enrique Collazo y Manuel Mantilla.3 Llegaron a Cabo Haitiano el 5 de febrero y, al día siguiente, salieron hacia Montecristi, donde los esperaba el Generalísimo. Durante todo el mes de febrero realizaron disímiles gestiones para recaudar los fondos necesarios y viajar a Cuba.

 

Los cónsules españoles en Haití y Santo Domingo fueron avisados y alertaron a los vicecónsules de Montecristi y Puerto Plata, quienes contrataron confidentes y espías: la persecución se estrechaba; pero fue burlada. Fueron estos días tan ajetreados y movidos, que se hace difícil seguir con precisión su itinerario.

 

Mientras, en Cuba, el 24 de febrero, primer domingo de car­navales, en diferentes puntos, los revolucio­narios se lanzaron a la manigua y, aunque algunos alzamientos fracasaron y muchos fueron detenidos, una vez iniciada la guerra, la llama de la insurrección se extendería con rapidez, primero por toda la región oriental y luego, por todo el archipiélago.

 

El día 26, mediante un cablegrama fir­mado por Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra,4 Martí y Gómez conocieron del estallido de la insurrección. En respuesta, Martí les escribió indagando acerca del rescate de las armas confiscadas y dando instrucciones, en particular, recalcando la importancia de Patria; les indicaba: «[…] muchas noticias ahora […]Todo lo de Cuba».5

 

Entusiasmaba a Martí y Gómez la noticia del estallido; pero les preocupaba el hecho de que los principales je­fes no se encontraran en la manigua, lo cual los obligaba a agilizar los preparativos de su propia partida y a enfrentar la situación que con el grupo de Antonio Maceo se ha­bía presentado en Costa Rica. El Titán consideraba que no podía organizar la expedición con menos de cinco mil pesos, mientras que la dirección del PRC solo contaba con dos mil. Flor Crom­bet estaba seguro de que podía hacerlo por esa cantidad. Martí escribió el 26 de febrero a Maceo una carta difícil, en la que con la mayor delicadeza pero con la máxima energía, le indicaba subordinarse a Flor, mayor general igual que Maceo, pero inferior en la jerarquía militar del Ejército Libertador. Le escribió: «[…] Y como la ida de Vd. y de sus compañeroses indispensable, en una cáscara o en un leviatán, y Vd. ya está embarcado, en cuanto le den la cáscara […] decido que Vd. y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí a la expedición, dentro de los recursos posibles, porque si él tiene modo de que Vds. puedan arrancar de ahí con la suma que hay, ni Vd. ni yo debemos privar a Cuba del servicio que él puede prestar. […] El ejército está allá. La dirección puede ir en una uña».6

 

Y así «en una uña» emprendieron también Martí, Gómez y sus compañeros de expedición el viaje rumbo a la manigua.

 


1 Dirigido y organizado por Martí, constaba de tres expediciones, que darían ini­cio a la guerra: el Lagonda traería a Antonio y José Maceo, Flor Crombet y unos 200 hombres para la región oriental; el Amadís, a Carlos Roloff y Serafín Sánchez, con otros 200 hombres para Las Villas, y el Baracoa, a Martí, Gómez, Mayía Rodríguez, Enrique Collazo y unos 300 hombres para Camagüey. Además de las armas y municiones que cada hombre portaba, venían pertrechos para 400 más. La traición del coronel Fernando López de Queralta hizo fracasar este gigantesco empeño.

2 Emilio Rodríguez Demorizi en su libro Martí en Santo Domingo, habla del vapor Atlas y da como fecha de la partida el 31 de enero.

 3 Manuel Mantilla (Santiago de Cuba, 1870-Nueva York, 1896). Hijo mayor de Manuel Man­tilla y Carmen Miyares. Colaboró con Martí en el Plan de Fernandina y contribuyó a salvar buena parte del cargamento. Viajó con Martí a Santo Domingo con la intención de marchar a la guerra en Cuba; pero tuvo que volver a Nueva York, donde falleció poco después a causa de una enfermedad.

 4 Respectivamente, secretario y tesorero del PRC.

 5 José Martí: “Carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra”, 26 de febrero de 1895, en ob. cit., t. 4, p. 71.

 6_________: “Carta a Antonio Maceo”, 26 de febrero de 1895, en ob. cit., t. 4, pp. 70-71.

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