Sentimientos patrióticos vibraban en cada uno de los hombres y mujeres que se alistaban para una acción armada contra el tirano. Corría entonces el año 1953. En una hazaña como la que se preparaba era imprescindible la emoción, ánimos exaltados. El líder lo sabía bien y piensa en el valor movilizador de una marcha.

Quiso el destino que Fidel confiara en Agustín Díaz Cartaya para que escribiera los versos que, cantados, llevaríanen sus corazones aquel 26 de julio.

De ello va la obra Vivencias de un creador, nacido de la pluma de Rafael Ramírez Fernández y bajo el sello de la Casa Editorial Verde Olivo, de la vida de un hombre en un largo peregrinar. Constituye el testimonio contado después de muchos años y en él están presentes las trazas devastadoras de la miseria social, las causas y sus consecuencias.

Con este texto el lector entrará en la Casa de Beneficencia de La Habana, en el Asilo Masónico Llansó, viajará al pueblito de Ranchuelo, deambulará por las calles de Marianao empujando una carretilla y se sorprenderá acostado sobre cartones en un lugar abandonado, bien apartado de la vista de transeúntes y curiosos... En fin, conocerá cómo el niño y el adolescente Cartaya logró sobrevivir a una existencia de penurias marcada por la pobreza, la soledad, la discriminación... Y cómo, ya joven, se desprendió de un ambiente malsano y se incorporó a la generación del centenario del Apóstol.

Armado con una prosa amena y un excelente uso de técnicas narrativas, el libro, promete calar hondo en el corazón de los lectores, quienes encontrarán entre sus páginas un caudal histórico sobre el compositor de la obra musical que cantamos con gozo.