El joven Luis Ramírez López era obrero de la construcción y acababa de cumplir 22 años de edad. A mediados del año 1965 acudió al llamado del Servicio Militar y, por su condición de vanguardia, fue destinado al entonces batallón Fronterizo.

Durante el cumplimiento de un Servicio de Guardia, el 21 de mayo de 1966, balas disparadas desde el camión del relevo de los soldados estadounidenses a sus postas, segaron su vida.

Como siempre, Estados Unidos justificó con mentiras el suceso, alegando que el joven había pasado el límite de posta que marcaba la cerca de la base. Días después fue desmentida esa afirmación. Pruebas irrebatibles presentadas por el gobierno cubano y comprobadas además por treinta periodistas, corroboraron la verdadera versión de los hechos. Meses antes, marines del ilegal asentamiento,  habían asesinado a otro joven que se encontraba en su posta de guardia.

En el carné de las Fueras Armadas Revolucionarias (FAR) que llevaba consigo Luis, apareció una hoja desprendida del libro Héroes de la Fortaleza de Brest, que comenzaba con el título Lucharemos hasta el final.

Los restos mortales del mártir yacen en el panteón de las FAR del cementerio Santa Ifigenia en Santiago de Cuba. Durante la despedida del duelo Raúl Castro Ruz afirmó: “Sé que lucharemos hasta el final de los enemigos de nuestro pueblo. Han transcurrido varios años y el cubano más revolucionario, comunista, internacionalista, aguerrido y combativo levanta la consigna de combate ¡Hasta la victoria siempre!

Cuba no olvida su muerte injusta y cruel, y lo  considera como una de las víctimas de la política de terrorismo de estado que, promovida desde Washington ha cobrado la vida de numerosos hijos de este pueblo.