Kamill Ballaudy Rodríguez es un artista nocturno. Así se considera y para confirmarlo rememora una noche profética de 1995: «Recuerdo que no podía dormir, se me hacía difícil conciliar el sueño. Fue algo extraño.Tenía a Martí en la mente, no sé por qué. Entonces me levanté, comencé y amanecí pintándolo. Hoy guardo esa pequeña obra en mi cuarto como asidero espiritual».

Este pintor posee la serie más extensa e inusual de retratos del Apóstol. Sus más de 3000 obras están inundadas por los colores, entre los que sobresalen el azul, el rojo y el blanco. La mayoría de sus pinturas son conceptuales y,aunque en ellas también están presentes Agramonte, Chopin, Guayasamín y Fidel,es la martiana su iconografía más recurrente.

«Cuando tengo cualquier problema lo evoco y siempre hallo una salida. Lo he dicho muchas veces. Conocer sobre Martí y saber que a pesar de los contratiempos fue capaz de hacer tanto y encontrarse a sí mismo, ha sido para mí el equivalente de adorar a un dios», expresó.

Aunque nació en Velasco, actual Gibara, Holguín, fue bautizado en la parroquia de Guanabacoa. Su vida se desarrolló entre viajes. La Isla de la Juventud le abrió las puertas para aprender el arte de la cerámica, pero encontró en la capital su nido definitivo desde hace ya veinte años. Su casa y taller se ubican al frente de la Iglesia del Santo Ángel Custodio, en La Habana Vieja, donde bautizaron al más universal de los cubanos. El busto de Cirilo Villaverde se encuentra en la puerta del hogar, pues la calle remite al nombre de la Loma del Ángel, hoy Compostela.

«Martí es un miembro más de la familia,está en todas las partes incluso tengo tapiada mi casa con sufiguras. Guardo tierra de Dos Ríos. Detrás de la cama hay una gran tela con él dibujado, es como mi ángel guardián. Lo veo como mi vecino, mi padre, converso con él. Alguien me dijo un día: «Oye, tú sí eres martiano, está bien tenerlo en la casa pero detrás de la cama solo tú», narró entusiasmado.

En el año 2021 fue galardonado con la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez. Sobre el reconocimiento comentó: «Yo tengo este Machete en mis manos y todavía no me lo puedo creer, porque cuando se trabaja por amores muy gratificante que premien tu carrera. Ser reconocido por algo que te place es la gloria, un ser humano no puede pedir más.

»Las carencias afectan a todas las esferas sociales. Es ese el momen donde los cubanos tenemos que sacar el extra que nos caracteriza. Es ahí, donde, literalmente,tenemos que hacer más con menos, y esa resiliencia es la que nos distingue de otros pueblos. La necesidad te obliga a buscar nuevas soluciones y propicia el crecimiento del arte».

Durante la conversación sus ojos dejaron asomar algunas lágrimas. Un brillo paternal se apodera de su mirada cada vez que habla de su obra, en la que combina historia e inspiración a golpe de pincel. Justo en el momento de la despedida, nos recalcó: «El artista lleva el traje de mambí por dentro. Este machete es un complemento, una herramienta para los que hacemos arte».