Evangelina Cosío: Un caso insólito en la historiografía cubana (II)
En medio de una tormenta mediática
La campaña iniciada por el New York Journal—propiedad del magnate William Hearst— con el objetivo de destacar la joven figura de Evangelina Cosío maltratada por los españoles y recluida en una cárcel con lo peor de la sociedad, se dirigió sobre todo a la mujer norteamericana1. Como se esperaba, se incrementó la venta de ejemplares del periódico al amparo de un enorme titular: «TheWhole Country Rising to theRescue»: Todo el país en pie para el rescate.
Unas 15 mil mujeres de toda la sociedad estadounidense apoyaron la propaganda del Journal. En Washington se creó un Comité Pro Evangelina Cisneros2, el cual dirigió una petición al papa León XIII para que solicitara clemencia a la reina regente de España, quien jamás respondió.
Escape legendario
Según informaciones de la época, Karl Decker, reportero pagado por Hearst, fue enviado a La Habana con el sobrenombre de Charles Duvaly la mira puesta en rescatar de la cárcel a Evangelina.
Como resultado de un complicado plan, en el cual estuvo involucrado personal diplomático estadounidense acreditado en Cuba, en la noche del 7 de octubre de 1897 tuvo lugar la evasión de la patriota.
En la Real Casa de San Juan Nepomuceno de Recogidas también se encontraba presa la camagüeyana Eva Adán, quien, como poseía ciudadanía estadounidense, era visitada por el cónsul general de ese país en La Habana, Fitzburgh Lee, y Mr. Bryson, funcionario del Departamento de Estado. Con ellos y bajo cobertura diplomática, entró Decker al reclusorio e hizo llegar mensajes a Evangelina.
El reportero estadounidense contrató además a dos ayudantes y alquiló parte de una casa deshabitada con una terraza próxima, calle por medio, a la de Las Recogidas.
Con el pretexto de un dolor de muelas, el médico que atendía a Evangelina suministró el láudano que ella vertió en el café nocturno de los carceleros y compañeras de celda para provocar un sueño profundo.
Donnell Rockwell, miembro del consulado, proporcionó la escofina para que Evangelina fuera serrando los barrotes de la ventana de su celda, contigua a la azotea del edificio donde estaba Decker. Empleando una escalera, tablas y sogas, este y sus ayudantes accedieron a Las Recogidas, terminaron de serrar los barrotes y ayudaron a salir a la joven.
Ya en la calle, un coche condujo a la arrojada patriota a casa de Carlos Carbonell, banquero cubano-estadounidense muy vinculado con Mr. Fitzburgh Lee.
Carbonell la ocultó dos días y contribuyó a sacarla de contrabando a New York disfrazada de varón y con el nombre de Juan Sola.
El New York Journal fue dando a conocer los detalles de la fuga. Siempre ansioso por autoproclamarse paradigma del «periodismo de acción», se felicitó a sí mismo mediante un gran titular: «An American NewspaperAccomplished at a Single StrokeWhatthe Red Tape of DiplomacyFailedUtterly to BringAbout in ManyMonths»:«Un diario estadounidense logró con un solo golpe lo que la burocrática diplomacia no pudo realizar en tantos meses3.» La demagógica frase se convirtió en el slogan con que Hearst abanderaría más tarde sus gritos de guerra contra España.
Cumplido el cometido desapareció de la propaganda
Evangelina tuvo una multitudinaria bienvenida y fue recibida en la Casa Blanca. Se dedicó entonces a hablar en favor de la independencia de Cuba y ayudó a recolectar fondos para esa finalidad. Se entrevistaba con gobernadores, hombres de negocios y efectuaba comparecencias públicas.
Después su historia prácticamente desapareció del Journal. El mensaje ya había sido claro: si la joven había podido ser rescatada por estadounidenses, toda la Isla también podría serlo más tarde. Pero eso era todo. La persona de la rebelde camagüeyana, en sí, no importaba.
La leyenda se desvaneció. Regresó a su patria y se estableció con Carlos Carbonell —con quien se había casado— en La Habana. Enviudó en 1916 y dos años más tarde contrajo nupcias con el abogado Miguel Romero.
Muerte de la capitana
Evangelina Cossío falleció en la capital del país el 22 de mayo de 1970 con 98 años. La Capitana, como la llamaron después de la guerra, fue despedida con honores militares y el duelo lo efectuó el capitán de la Revolución, Antonio Núñez Jiménez.
NOTAS:
1La primera información del New York Journal se publicó el 27 de agosto de 1897 y la ilustró con dos fotografías, una tomada antes de su encarcelamiento y ocho meses después, donde mostraba el deterioro de Evangelina como consecuencia del "horroroso cautiverio".
2 La nación entera incluida la madre del presidente McKinley, se movilizó en defensa de la encarcelada, a quien rebautizaron con el apellido Cisneros.
3 La liberación de un prisionero de guerra extranjero por un periódico privado no tenía precedente alguno en la historia.
FUENTES CONSULTADAS
ECURED
Juan Colina La Rosa. islavision.icrt.cu
Isladelajuventud-cuba.com

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