El 27 de octubre de 1492, tras el arribo de las tres naves europeas la Pinta, la Niña y la Santa María, el almirante Cristóbal Colón encontró Cuba, durante su viaje inicial hacia el Nuevo Mundo.

Durante poco menos de un mes los barcos se movieron por la costa oriental. Luego designó a dos de sus hombres para que, durante seis días, se adentraran en el territorio.

Colón la llamó isla Juana, en honor al primogénito de los Reyes Católicos, sus benefactores. Después de diversos nombres, recibió finalmente el de Cuba, como variante de su denominación aborigen: Cubanascán.

Este desembarco se realizó por Bariay, lugar insigne de la actual provincia de Holguín, donde Colón acertó un nuevo mundo que, según sus palabras, era "La tierra más hermosa que ojos humanos hubieran visto".

Aún así, la población de la Isla se había iniciado cuatro milenios antes, con la llegada de diversas corrientes migratorias: las primeras, probablemente procedentes del norte del continente a través de la Florida; y las posteriores, llegadas en sucesivas oleadas desde la boca del Orinoco, a lo largo del arco de las Antillas.

Entre los miles de indígenas pobladores al iniciarse la conquista española, existían grupos con distintos niveles de desarrollo sociocultural.

Los más antiguos y atrasados vivían de la caza, la pesca y la recolección. Más avanzados, los procedentes de Sudamérica, pertenecientes al tronco Arauco, eran agricultores, y con su principal cultivo, la yuca, fabricaban el casabe, alimento que no sólo podía comerse en el momento, sino que también se podía conservar. Confeccionaban objetos y recipientes de cerámica y poseían un variado instrumental de concha y piedra pulida.

Aquel 27 de octubre de 1492, los nativos aborígenes no sospechaban del inicio de una cuenta regresiva hacia su total aniquilación, pues contagiados con enfermedades desconocidas para ellos y bajo el agobio del trabajo forzado, se extinguieron casi en su totalidad, hasta que la hoguera humana que fueron nuestras primeras comunidades, resultó ser una llama apenas perceptible.

El encuentro entre dos culturas fue el preludio que anunciaba el carácter depredador y ambicioso que definiría, en buena medida, el comienzo del colonialismo en América.