Camilo: figura esculpida en piedra
Cada uno de los que han servido fielmente al futuro
y han caído por hacerlo más bello, es una figura esculpida en piedra.
Y cada uno de aquellos que, con el polvo del pasado,
han querido construir un dique para detener la revolución,
no son más que figurillas de madera,
aunque tengan los brazos cargados de galones dorados.
Julius Fucik, Reportaje al pie de la horca.
En octubre hay dos inolvidables fechas relacionadas con Camilo: el 26, cuando en el acto en que se fundaron las Milicias, Camilo estremeció a todos con sus emotivas palabras, y el 28, cuando se supo de su desaparición.
Los primeros meses de la Revolución fueron convulsos; en especial, tras la radicalización del proceso con medidas de beneficio popular, como la Reforma Agraria, que afectaron los intereses de las compañías norteamericanas y de la burguesía nacional.
La reacción no se hizo esperar y comenzaron las agresiones. Los recién nacidos servicios de inteligencia cubanos penetraron la llamada conspiración trujillista y el 13 de agosto, tras un cruento enfrentamiento, lograron confiscar el avión y las armas, y detener la tripulación. El 19 de octubre, Camilo fue enviado a Camagüey, donde detuvo por traición al comandante Hubert Matos Benítez, jefe militar de la provincia, frustrando así otra conjura contra la Revolución.
En ese mes de octubre se incrementaron las agresiones y sabotajes contra la Revolución. El día 21, sobre las 6:00 pm, dos aviones sobrevolaron la ciudad dejando caer octavillas contrarrevolucionarias; hicieron funcionar una ametralladora de gran calibre y lanzaron granadas en recipientes de cristal en las populosas calles Monte, Infanta, Carlos III y Cuatro Caminos. El criminal atentado contra la población causó dos muertos y 45 heridos, incluidos mujeres y niños.
En respuesta, la Central de Trabajadores de Cuba llamó a un paro de una hora para el día 22 y se realizaron otras actividades; en particular, el multitudinario cortejo fúnebre que acompañó a las víctimas fue una contundente denuncia contra el terrorismo. Además, se convocó una concentración para el día 26 frente al Palacio Presidencial.
Muy temprano ese 26 de octubre, en los alrededores del Palacio Presidencial, el pueblo se congregó para manifestar su apoyo ala Revolución y escuchar a sus líderes. Entre los oradores estuvieron el Che, Almeida, Dorticós, Camilo, Raúl y Fidel. Especialmente impactantes fueron las palabras de Camilo, quien, enardecido, recitó la estrofa final del poema «Mi bandera», de Bonifacio Byrne—Si deshecha en menudos pedazos,/ se llega a ver mi bandera algún día,/ ¡nuestros muertos alzando los brazos,/ la sabrán defender todavía!—y concluyó estremeciendo a la multitud: «De rodillas nos pondremos una vez y una vez inclinaremos nuestras frentes y será el día que lleguemos a la tierra cubana que guarda veinte mil cubanos, para decirles: “Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no salió en balde”».1
Dos días después, en la madrugada del 28, Camilo regresaba a Camagüey cuando, en medio de una tormenta, su avión se perdió en el mar. El aparato bimotor no llegó a su destino, ni pudo ser localizado en lugar alguno. De inmediato comenzó una intensa búsqueda, que duraría hasta el 12 de noviembre. Una y otra vez se peinaron las costas y la cayería en busca de los restos del avión. Los dirigentes de la Revolución se hallaban preocupados. A Fidel se le veía apesadumbrado e intranquilo. El pueblo mostraba una profunda consternación, pues Camilo se había ganado la admiración y la simpatía de todos.
El 12 de noviembre, en la noche, Fidel informó en un programa televisivo la terrible noticia: el valiente guerrillero y sus compañeros de vuelo —el piloto, primer teniente Luciano Fariñas Rodríguez, y el escolta, sargento Félix Rodríguez González— se habían perdido enla inmensidad del océano. Al día siguiente, en sesión extraordinaria del Consejo de Ministros se declararon siete días de luto oficial, en homenaje al querido comandante. Una fragata de la Marina de Guerra Revolucionaria, en la tarde del día 15, depositó ofrendas florales en altamar.
El dolor fue infinito. Una enorme tristeza embargó cada corazón cubano. Hasta que el paso de los días dejó sitio a la resignación, basada en la absoluta confianza de que su ejemplo de combatiente, de revolucionario y constructor de un mejor futuro para su Patria no moriría jamás, porque como dijo nuestro Poeta Nacional Nicolás Guillén: “Los grandes muertos no mueren nunca”.2Poreso, Camilo sigue hoy junto a su pueblo.
Fidel lo repitió en innumerables ocasiones, cada vez que tuvo la oportunidad de hablar del entrañable hermano: «[...] Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos, y Camilo seguirá viviendo en hombres como él […]».3
Por eso, cada 28 de octubre, las aguas que rodean nuestro archipiélago se llenan de flores.
Referencias
1“El último discurso de Camilo Cienfuegos”, en http://www.cubadebate.cu/noticias/2019/02/06/el-ultimo-discurso-de-camil...
2Nicolás Guillén: «Elegía a Jesús Menéndez».
3Fidel Castro: “Discurso pronunciado en la conmemoración del Día Internacional de Trabajo”, 1.o de mayo de 1960, en http://www.cuba.cu/ gobierno/discursos/
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