Bandera y canto

04 de Enero de 2025

Foto: La Demajagua

El maestro voluntario Conrado Benítez García murió el día 5 de enero de 1961 asesinado por los bandidos alzados en la serranía del Escambray para servir al imperialismo yanqui. Entonces, Fidel dijo:

 

«Era pobre, era negro y era maestro. He ahí las tres razones por las cuales los agentes del imperialismo lo condenaron»1. El crimen, muestra de la villanía de quienes lo perpetraron, perseguía sembrar el terror entre el campesinado de la zona con el objetivo de frenar la triunfante Revolución e impedir su generosa obra educativa. Una vez más se equivocaron, el llanto del pueblo se transformó en formidable ira, en coraje, e impulsó la extraordinaria Campaña de Alfabetización que aún causa asombro en el mundo.

 

Conrado, el maestro asesinado, se convirtió en símbolo, en bandera y canto de los miles de alfabetizadores, niños, viejos, hombres y mujeres, que se lanzaron a los campos y poblados del nuestro archipiélago, sin más armas que faroles, lápices y cuartillas, para acabar en solo un año con un mal que duraba toda una vida. A las Brigadas Alfabetizadoras Conrado Benítez se sumaron casi cien mil estudiantes que luego fueron reforzados con las brigadas obreras Patria o Muerte.

 

Conrado Benítez había nacido en el seno de una humilde familia matancera el 19 de febrero de 1942; a la vez que cursaba los estudios primarios, trabajaba como limpiabotas para contribuir al sustento familiar. Con gran esfuerzo, pero con brillantes notas, pudo concluir los estudios secundarios y matricular el bachillerato, siempre en el horario nocturno.

 

El triunfo revolucionario despertó en él las ansias de servir a su pueblo y cuando Fidel pidió maestros voluntarios para que marcharan hacia las zonas más intrincadas y olvidadas, Conrado estuvo presente en el primer contingente que se trasladó a la Sierra Maestra, y en Minas del Frío pasó la Escuela de Capacitación Pedagógica. Allí se graduó de maestro y sintió crecer su amor por el pueblo humilde del cual era parte.

 

En septiembre de 1960 fue enviado al Escambray, a un pueblecito de esa serranía llamado Caracusey, cerca de Pitajones, donde muy pronto surgió la escuelita, que llenaría de asombro y esperanzas los corazones de los campesinos de la montañosa región y donde matricularon 44 niños y decenas de adultos que asistían a los cursos nocturnos.

 

Muy poco después, el 5 de enero de 1961, Conrado se dirigía como cada día a su escuelita, marchaba en esta ocasión acompañado del campesino Eliodoro Rodríguez Linares. Disfrutaba la belleza excepcional de aquellos intrincados parajes y de la tranquilidad de quien sabe que ha cumplido su deber. Recordaba las risas infantiles de sus alumnos. Añoraba a la novia lejana. Sonaba con un futuro feliz.

 

De pronto, al llegar a un sitio conocido como Las Tinajitas, en San Ambrosio, Trinidad, fieras humanas saltaron sobre ellos, los golpearon brutalmente y los asesinaron —como más tarde harían con el también maestro Delfín Sen Cedré, el alfabetizador Manuel Ascunce Domenech y el campesino Pedro Lantigua, en un vano intento por impedir que en Cuba se cumpliera el postulado martiano de «Ser cultos para ser libres».

 

Los verdugos del maestro voluntario Conrado Benítez —Macario Quintana Carrero, Julio Emilio Carretero Escajadillo y Ruperto Ulacia Montelier— pertenecían a la banda contrarrevolucionaria del cabecilla Osvaldo Ramírez García y, a las órdenes del amo imperialista, sembraron el terror en la zona, hasta que la justicia revolucionaria les hizo pagar sus crímenes.

 

En donde tuvo lugar el asesinato, en San Ambrosio, un monumento rinde homenaje a las víctimas; aunque, en realidad, el mejor homenaje que la Revolución y su pueblo ofrecen al joven maestro es la grandiosa obra educativa de nuestra patria y la noble solidaridad con otros pueblos reflejada en las campañas de alfabetización en diversos lugares del mundo.

 

Es conocido el impulso que trajo a la educación en Cuba, el triunfo de la Revolución. Primero fue, precisamente, la Campaña de Alfabetización; luego, toda la concepción del subsistema de enseñanza de adultos y los planes intensivos de formación de maestros que pudieran enfrentar la gigantesca tarea que se avecinaba: la masividad de la educación, que desde entonces y hasta hoy constituye un importante y renovado reto. En esa gigantesca tarea está también presente Conrado Benítez García.

 

1-Fidel Castro: «Discurso pronunciado en la graduación de maestros voluntarios», teatro de la CTC, 23 de enero de 1961, en www.cuba.cu/gobierno/discursos/

 

  • Foto: Periódico Revolución

  • Foto: El Invasor .El maestro asesinado se convirtió en bandera

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