Estados Unidos contra Cuba: la hostilidad y las agresiones como política de Estado (II)
Marco Rubio: el arquitecto de la confrontación
Sin embargo, en los tiempos que corren hay que mirar también quién es el Secretario de Estado y Asesor de Seguridad Nacional de Trump, para entender por qué, en el caso de Cuba, Estados Unidos ha intensificado su agresividad y ha retomado esquemas de confrontación propios de la Guerra Fría. Rubio se ha erigido como el heredero de esa política y el alto cargo que ocupa le allana el camino.
En consecuencia, Donald Trump ha reinstaurado una estrategia de presión que incluye sanciones, intentos de aislamiento político y diplomático, financiamiento de programas de desestabilización y amenazas.
Marco Rubio ha sido uno de los principales promotores de políticas agresivas hacia Cuba desde que estaba en el Congreso. Sus planes se han centrado en la exclusión del país de acuerdos regionales; la promoción de sanciones multilaterales; la financiación de programas de «promoción de la democracia»; la presión sobre organismos internacionales y países para aislar a Cuba. Aunque el objetivo es «fomentar la libertad en Cuba», el mundo sabe que en la práctica se trata de una estrategia de desestabilización y derrocamiento de la Revolución cubana.
Estas medidas son las que trascienden públicamente, aunque sabemos por experiencia que solo representan la conocida punta del iceberg y que otras acciones pueden resultar tanto o más peligrosas.
Por ejemplo, el sitio web Cubadebate publicó a finales de octubre1 un artículo que aborda en detalle la «coincidencia» de que justo en la provincia de Matanzas, bastión del sector turístico cubano, hayan reaparecido arbovirosis como el Chikunguya y deja abierta la posibilidad de que estemos ante un nuevo caso de guerra biológica contra Cuba. No existen evidencias, cierto, pero tenemos la obligación de dudar, de investigar, pues la guerra biológica ha formado parte del esquema de agresiones que EE.UU ha empleado contra el país desde 1959.
Lo cierto es que, de una u otra manera, más o menos solapada, la política estadounidense representa una amenaza a la soberanía cubana. Las sanciones afectan la capacidad del Estado para financiar servicios básicos, acceder a tecnología, comerciar internacionalmente y cooperar en áreas como salud y educación. Las campañas informativas y el financiamiento a la contrarrevolución generan polarización social, desconfianza institucional. En fin, la Guerra no Convencional busca socavar la cohesión interna y crear condiciones para el anhelado«cambio de régimen».
Entonces, ¿por qué la amenaza de agresión militar a Cuba, si en los círculos de poder valoran que esa política está a punto de acabar con la Revolución?
Desde el mismo triunfo de la Revolución, la política estadounidense contra nuestro país se puede definir en una sola palabra: hostilidad. A eso responde esta amenaza, tras décadas de fracasos y frustraciones.
Pretenden atemorizar al pueblo cubano. Quieren instigar, como en Venezuela, una rebelión interna o un golpe militar, aprovechando hasta una hipotética intervención humanitaria, a la que apelan algunos desde las redes sociales, tras el paso del huracán «Melissa».
Sin embargo, ese fenómeno natural ha servido para recordarnos, pero sobre todo para recordar a los vecinos del Norte, dónde y con quién están nuestras fuerzas armadas y los combatientes del MININT en las horas más difíciles.
Referencias
1http://www,cubadebate.cu/especiales/2025/10/22/sospechosa-coincidencia-d...

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