Una memoria latente (Primera Parte)

26 de Octubre de 2023

Tal vez resulte recurrente repetir que los jóvenes se parecen más a su tiempo que a sus padres. Pero en 1959, en medio del furor incontenible que genera una revolución triunfante, muchos de los que éramos adolescentes nos lamentábamos de tener tan poca edad en la década del 50 del pasado siglo, para haber luchado contra la tiranía batistiana.

 

 Y tuvieron su oportunidad

 

En octubre de ese año, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, hizo un llamado para que se organizaran las milicias de trabajadores, estudiantes y campesinos, con el fin de cuidar sus respectivos centros, ante las graves amenazas que se cernían sobre Cuba.

 

La historia reconoce a los campesinos Malagones, del occidente del país, como los primeros que se constituyeron milicianos para defender la naciente Revolución. Poco después, el 26 de octubre de 1959, se fundaron oficialmente las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR). 

 

Para esa fecha comenzaban los ataques terroristas, el bombardeo de la Esquina de Tejas, en la capital, las quemas de caña, y otras actividades terroristas. Unos quince meses después del primero de enero, bajo el mandato del presidente Eisenhower, la CIA constituyó un total de 299 bandas integradas por exmilitares de la dictadura, colaboradores de antiguos terratenientes y personas políticamente confundidas.

 

Fue aquella época la del cambio de jefes de la Casa Blanca y en la que desde el malecón habanero podía observarse, a cualquier hora del día, al buque Rex, fondeado frente a nuestras costas, no solo para espiarnos sino para intimidarnos.

 

Elio Jiménez Jiménez, camagüeyano de nacimiento pero habanero desde adolescente, actualmente jubilado, teniente de la reserva, tiene una memoria privilegiada. No necesita mirar los documentos dispersos en su desordenada mesa hogareña para recordar fechas, nombres, lugares y hechos.

 

Como trabajador de Reservaciones de la Compañía Cubana de Aviación, respondió al llamado para cuidar su centro laboral. Fue uno más entre los hombres y mujeres que aprendieron el arme y desarme de viejos fusiles, y que después de la jornada laboral acudía a las marchas de infantería en el área que hoy ocupa el centro recreativo La Piragua, junto al hotel Nacional, en la capital. Además, como coordinador de las milicias obreras participó en la larga caminata de 62 km, entrenamiento considerado muy fuerte para los más jóvenes y con los que se probaba, no solo la preparación física, sino el estoicismo de los participantes.

 

La decisión y cualidades innatas demostradas por Elio, lo colocaron entre los seleccionados para estudiar en la Escuela de Oficiales de Milicias de Matanzas, dirigida por el entonces capitán José Ramón Fernández.

 

Entre sus recuerdos más valiosos, está la reunión sostenida en Managua con Fidel el 28 de junio de 1960, quien les informó que como parte del entrenamiento debían ascender el Pico Turquino, la montaña más alta de Cuba enclavada en la Sierra Maestra, para probar sus cualidades físicas.

 

Sus tres ascensos le dieron el pase final a la escuela de oficiales.

 

 ─En el primer curso de responsables de milicias, que comenzó el 17 de agosto de 1960 y concluyó tres meses más tarde, se graduaron como tenientes de la organización ─comenta con una exactitud impresionante─  518 hombres y 15 mujeres, pero antes de concluirlo, entre octubre y noviembre —recuerda—, comenzaron a llegar armas que fueron trasladadas a la Base Granma, al occidente del país, para entrenar a jóvenes estudiantes y trabajadores de entre 16 y 20 años. Esta instrucción les permitiría asimilar con rapidez el manejo de esas armas, cañones y antiaéreas de las que llamábamos cuatro bocas. Me designaron como profesor de ese curso, iniciado el 30 de noviembre de 1960».

 

De la Rampa a Cayo Largo

 

 Y luego vino Girón. La escuela de Matanzas ya iba por el segundo curso y una de las fuerzas mejor preparadas que combatió allí fue la de los responsables de milicias, sus 891 integrantes se graduaron en esa contienda. Del segundo curso murieron 19 luchando allí y dos del primero, uno era Claudio Argüelles, profesor egresado del primero, el otro era el profesor Díaz, del Ejército Rebelde.

Con el tiempo, más de 300 de los graduados de la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas, que pasaron a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, alcanzaron grados de primeros oficiales y nueve el de general, dice con orgullo aunque prefiere guardarse el secreto de sus nombres.

 

Los recuerdos de su propia participación cuando el ataque son muy claros.

 

¿Cómo olvidar la persecución de los mercenarios por los cayos del sur de la Isla, en especial Cayo Largo?

 

—Nuestra batería estuvo allí dos meses, las plagas eran un infierno, pero nos sentíamos orgullosos de nuestra actividad, pues logramos atrapar unos cuantos mercenarios que estaban huyendo.

Elio Jiménez es un pedazo de la historia de la Revolución de la Mayor de las Antillas. Para él recordar el pasado como algo presente, es mucho más que un ejercicio de la memoria, es vivir de nuevo lo que le dio sentido a su vida.

 

«De los 1424 graduados de los dos cursos viven más de 700, muchos de ellos de avanzada edad, lo que me hace pensar que cualquier anciano que pasa junto a mí puede ser un héroe de la Revolución».

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