Juventud heroica
¡Y más que un mundo más! Cuando se muere
en brazos de la patria agradecida,
la muerte acaba, la prisión se rompe;
¡empieza, al fin, con el morir, la vida!
José Martí
Gesta
1870 / 1874
Hijos de león y leona: Miguel y Julio, sexto y séptimo entre aquellos de la misma sangre y un solo coraje. Jinetes de nacimiento, tiradores por defecto, temerarios por herencia. Miguel, que a los 16 ya conocía el fuego enemigo; y Julio, su pequeño hermano, le regalaron años de vida a la Patria. Hijos de león y leona. No podía esperarse otra cosa de ellos. Aquel 12 de diciembre, Julio Maceo Grajales enfrenta al enemigo cuerpo a cuerpo. El niño soldado cae sin darse cuenta, muere sin notarlo.
Tenía 14 años. Miguel Maceo Grajales esperó mucho tiempo, pero en el combate de Cascorromarchó a buscar a su hermano. Tenía 21 años.
1876
El invierno en Brooklyn se tornaba demasiado aburrido para un hombre que no lograba conciliar el sueño. Era zarpar o morir de impotencia. El salto de fe lo llevó hasta Cuba, a la guerra, a las más de 400 veces que levantó el arma y disparó en nombre de la justicia. Para El Inglesito, el calor de la manigua era el mejor bálsamo. Siete años más tarde, Yaguaramas lo acogió en su pecho para siempre. De su propia mano llegó la bala mortal. Henry Reeve.
Muerto antes que claudicar. Tenía 26 años.
1896
«Hay genio en el niño», escribió el Maestro. Y el niño era un hombre entero debajo de sus 16 años. Avergonzado por no dar la cara a la pólvora rogó al padre entrar en la lucha. No pudo encontrar mejor mentor en el Titán, que le enseñó la dureza de una guerra desigual e injusta, que se murió sin avisar cuando faltaba tanto por aprender todavía. Pero había genio en el niño Panchito, y mucho coraje también. Se marchó tras el cuerpo de su jefe y eligió la lealtad, cuchillo en mano.
Francisco Gómez Toro tenía, entonces, 20 años.
Redención
1929
Para el atleta, el líder, el jovencito enérgico y sensible que fundó un partido con 22 años y desafió un gobierno, no existían los imposibles. El proyecto estaba escrito, el camino era claro y la lucha inminente. Julio Antonio era un hombre sin miedo, pero su vida se convirtió en la pesadilla de un asno, en el tormento de una criatura repulsiva que supo cazarlo, pero que jamás alcanzó a silenciar.
Cuando fue asesinado en las calles de la capital mexicana, Julio Antonio Mella tenía una larga hoja de servicios a la Patria, pero solo 25 años.
1934
El sueño de mármol de Martí debía ser cumplido. Por un hombre o por otro, mejor por todos. Rubén nunca tuvo dudas.Para poner fin al atropello se necesitaba algo más que ideas: acciones. Y no dejó de intentarlo, derrota tras derrota, buscando las verdades esenciales. Recibió de Julio la tarea de continuar, y cumplió, mientras la vida le otorgó el chance. Rubén Martínez Villena sí logró acabar la obra de las revoluciones. A su cadáver le acompañaron miles de obreros y estudiantes en la despedida final.
Murió con 31 años.
1953
Mel no sabía que ese amanecer oriental sería el último de su corta vida. No le importaba, quizás; como tampoco lo previeron ninguno de sus hermanos mayores. El futuro dependía de ellos, el mañana jugaba de su lado. ¿Qué puede salir mal cuando se lucha con larazón? Era julio, era 26, era Santiago. Al caer la noche el cuerpo ultrajado de Juan Manuel Delgado Ameijeiras fue desaparecido. La cicatriz en la yema de un dedo delató su identidad y paradero para consuelo de su familia.
La luz de sus ojos claros quedó encendida para siempre desde aquel amanecer. Tenía 20 años.
1958
A ella le acompañaba un ángel. Conversadora, intranquila y determinada. Nunca supieron cómo de cada misión regresaba vencedora y cada vez más humilde. El límite del imposible no existía para esta muchacha ingeniosa y dulce cuando los perros del odio se afanaron en encontrarlo. Y sobrevino la tortura, el asesinato, el mar. El ángel quedó desamparado, pero Clodomira Acosta nunca delató.
Tenía 22 años.
Legado
1961
Porque pelear en aquella costa era todo por lo que había entrenado. Ahora tocaba su turno. La nueva Sierra estaba delante de sus ojos, la montaña era aquella arma vibrante entre sus manos. Defender el cielo fue más hermoso que mirarlo. Pero esa mañana de abril el enemigo disfrazado de Patria lo tomó por sorpresa y sobre él llovió la miseria y el rencor de los hombres. «El que da un paso atrás es un cobarde», pensaba. Nelson Fernández se abrazó a la cuatrobocas desde ese día y para siempre.
El niño héroe de Girón tenía 14 años.
1961
«¡Yo soy el maestro!» gritó sin miedo. El orgullo retumbó en el lomerío de finca Palmarito. Mariana intentó detenerlo, desmentirlo, protegerlo como a cualquiera de sus hijos, pero el muchacho no cedió y fue tragado por una noche oscura y sangrienta. La brisa de la mañana acarició su cuerpo suspendido desde una rama de acacia. El alambre de púa que oprimía su garganta no consiguió apagar su voz.
Manuel Ascunce tenía 16 años.
1964
Preparó la cantimplora con el café y emprendió la marcha hacia una de las postasdel Batallón Fronterizo. Al llegar comenzaron a silbar las primeras ráfagas. La provocación del otro lado era cada día más intensa. Invitó a su compañero a ignorar semejante rabiacon un sorbo de café. La orden no se hizo esperar: «¡A las trincheras!».No tuvo tiempo para cumplir, en posición de firme enfrentó el fuego enemigo cuando un proyectil le atravesó el cuello.
A las siete y siete minutos de la mañana de aquel triste día murió el soldado Ramón López Peña y nació un mártir.
Tenía 18 años.
Fuente consultada:
Colectivo de autores. Juventud heroica.Casa Editorial Verde Olivo, La Habana. 1995.
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