Figura relevante de la poesía cubana

07 de Mayo de 2024

El 7 de mayo de 1839, con solo 35 años, víctima de la tuberculosis muere en México el poeta cubano José María Heredia. Fuente: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

«No por ser compatriota nuestro un poeta lo hemos de poner por sobre todos los demás; ni lo hemos de deprimir, desgraciados o envidiosos, por el pecado de nacer en nuestra patria. Mejor sirve a la patria quien le dice la verdad y le educa el gusto que el que exagera el mérito de sus hombres famosos. Ni se ha de adorar ídolos, ni de descabezar estatuas. Pero nuestro Heredia no tiene que temer del tiempo: su poesía perdura, grandiosa y eminente, entre los defectos que les puso su época y las imitaciones con que se adiestraba la mano, como aquellas pirámides antiguas que imperan en la divina soledad, irguiendo sobre el polvo del amasijo desmoronado sus piedras colosales».

 

Así se expresó nuestro Héroe Nacional, José Martí, en un discurso que pronunció en 1889 en honor del poeta cubano José María Heredia en Nueva York.

 

Además, lo calificó como un poeta que puso en sus versos la sublimidad, pompa y fuego de su naturaleza, y destacó que era volcánico como sus entrañas y sereno como sus alturas. Resumió así de forma simbólica la trascendencia de este cubano cuyo nacimiento tuvo lugar el 31 de diciembre de 1803 en la ciudad de Santiago de Cuba.

 

Heredia es considerado como la primera figura relevante de la poesía cubana. Inició sus estudios universitarios en Caracas y los completó más tarde en La Habana, donde se graduó en Leyes, luego residió en México. Perteneciente a la escuela romántica compuso, en su primera época, algunas obras bien conocidas en el ámbito hispanoamericano, como el Himno al Sol.

 

A causa de su actividad revolucionaria es denunciado por conspiración contra la autoridad española, por ello se traslada a los Estados Unidos, donde residió principalmente en Nueva York y Boston. De esta estancia es fruto su Oda al Niágara. De nuevo en México, escribió su también famoso Himno del desterrado, de gran repercusiónpatriótica, y sus Lecciones de historia universal.

 

En el ya mencionado discurso de Martí, también se refiere a su poesía, al afirmar: «El temple heroico de su alma daba al verso constante elevación»; sus estrofas son «como lanzas orladas de flores»; los versos, «magníficos como bofetones»; y precisa que el romántico vate «cantó, con majestad desconocida, a la mujer, al peligro y a las palmas»; evocando así su poema «Oda al Niágara», escrito en silvas, en el que se aprecia la búsqueda de lo grandioso y eterno, la nostalgia, y el recuerdo de Cuba, simbolizada en  «las palmas ¡ay! las palmas deliciosas,/que en las llanuras de mi ardiente patria/nacen del sol a la sonrisa, y crecen,/y al soplo de las brisas del Océano,/bajo un cielo purísimo se mecen?».

 

El 7 de mayo de 1839, con solo 35 años, a las diez de la mañana, después de tres días de delirios y agonía, fallece víctima de la tuberculosis en la casa número 15 de la calle del Hospicio de San Nicolás, en la ciudad de México «el primer gran poeta civil de Cuba y el gran romántico de América […] en la miseria y el olvido», en opinión de Leonardo Padura que también expresó en su novela:

 

«Fue enterrado esa misma tarde, en la mayor pobreza, con la presencia de unos pocos amigos y sin ningún reconocimiento oficial, a pesar de su antigua condición de diputado de la nación. Su cadáver reposa en el panteón del Santuario de María Santísima de los Ángeles, en el cementerio de Santa Paula».

 

Ocho años después, al ser clausurado este camposanto, y no ser reclamados sus restos, estos fueron lanzados a la fosa común del cementerio de Tepellac.

 

Martí diría como parte de la citada pieza oratoria: «[…] y se extinguió en silencio nocturno, como lámpara macilenta, en el valle donde vigilan perennemente, doradas por el sol, las cumbres del Popocatepetl y el Iztaccihuatl. Allí murió, y allí debía morir el que pasa a ser en todo símbolo de su patria[…]».

 

La lección herediana está en pie, y los cubanos de hoy debemos conservar su memoria y recordarlo como dijo el Apóstol: «Fue hijo de Cuba aquel de cuyos labios salieron algunos de los acentos más bellos que haya modulado la voz del hombre, aquel que murió joven, fuera de la patria que quiso redimir, del dolor de buscar en vano en el mundo el amor y la virtud».

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